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viernes, 23 de diciembre de 2016

26 AÑOS DESPUÉS DEL FIN DE LA DICTADURA DIEZ DE SUS ASESINOS PIDIERON PERDÓN


Pasado el mediodía, terminó la misa en el penal de Punta Peuco, en la cual diez reclusos condenados por delitos de lesa humanidad pidieron ”perdón” por los crímenes cometidos en dictadura militar de Pinochet y cuatro de ellos lo hicieron mediante una declaración o testimonio, informaron sus organizadores, porque no fue permitida la presencia de la prensa.
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Esta información fue también confirmada por el capellán de Punta Peuco, Pablo Álvarez. Entre los condenados que pidieron perdón se encuentran Carlos Herrera, Claudio Salazar, Pedro Ormazabal y Blasclay Zapata Reyes. Este último, exmiembro de la Dirección de
Inteligencia Nacional,  apodado “el Troglo”, señaló en un testimonio que “cumplí órdenes militares, poniendo especial celo en su ejecución porque pensaba que tales órdenes eran legítimas, y en aras del bien superior de la Patria. Con el tiempo constaté que ello no era así; mis superiores no ratificaron sus órdenes, y he sido, lamentablemente, condenado como parte de la “cúpula” de la DINA. Como si yo hubiera sido parte de la planificación, dirección y control de las operaciones antisubversivas”.
.Luego, cita el ejemplo de San Pablo, quien tras perseguir a los cristianos y convertirse, sostenia que “sólo hizo lo que consideraba justo y legal, y por tal razón, irreprensible”.
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 “Creo necesario pedir ser perdonado por todos esos dolores, zozobras que produje en el cumplimiento de lo que creí era mi deber”, añade.
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Por otra parte, el recluso Pedro Hormazábal, pidió a Dios “tocar el corazón y mente de nuestras autoridades nacionales para lograr una pronta solución definitiva a este grave conflicto que se arrastra por más de treinta años, único camino para lograr el reencuentro entre los chilenos, primer paso para alcanzar la necesaria reconciliación nacional”.

“Señor, ofrezco disculpas y pido ser perdonado por los dolores que pude haber causado a mis connacionales en el ejercicio de mis funciones policiales”, finaliza.

Otro de los testimonios revelados es el de Carlos Herrera Jiménez, quien sostuvo: “Mi madre murió esperando verme en libertad. Entonces, y desde esta tribuna, sinceramente pido ser perdonado por quienes les produje dolores y zozobras en los momentos en que participé en la implementación de políticas de seguridad pública en el gobierno militar, y en el caso de la familia, perdón por los malos momentos. Acerca del delito por el cual estoy preso, en el año 2000, me disculpé con la familia de la víctima, teniendo -Dios mediante- buena acogida”.

Por último, Claudio Salazar Fuentes planteó: “Alcancé a ser carabinero por más de veinte años, y desde luego, alguna acción realicé que produjo dolores innecesarios a las personas que debía proteger. Respecto de la solicitud de perdón acerca de mi delito por el cual permanezco preso, ya la hice sin obtenerlo de sus destinatarios”.

“Padre Jehová (…) te pido que cambies aquellos corazones duros que, con razón o sin ella, nos detestan sin darnos cabida en la sociedad. Amen”.
Asu ingreso al recinto, el sacerdote jesuíta Fernando Montes, declaró que “no estamos acá alabando ni propiciando la impunidad, sino que se reponga un tema. Si hay arrepentidos, habría que  pedir que se den los pasos”.

Por su parte, el sacerdote Mariano Puga, dijo que “yo vengo como cristiano de la Iglesia, vengo como víctima de la dictadura, fui detenido, exiliado y torturado. Vengo aquí como acompañante de las organizaciones de derechos humanos, no soy vocero de ellos, pero vengo como un acompañante de ellos”.

Al terminar la ceremonia, que duró unas dos horas, varios de los invitados salieron raudos desde el penal, sin entregar declaraciones a la prensa.

Hasta las puertas de Punta Peuco   -ubicado en la comuna de Tiltil-, llegaron también varias personas, con carteles de repudio a la ceremonia, y con fotografías recordando tanto a los detenidos desaparecidos, como a los fallecidos durante el régimen militar. A la llegada de los invitados, éstos fueron increpados por los manifestantes. Participaron igualmente en esta protesta distintos grupos de organizaciones de derechos humanos.
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Las familias de las víctimas aseguraron no creer en la intención de los condenados, viendo una opción para obtener algún tipo de beneficios carcelarios. 

El jesuita Puga agregó antes de la ceremonia que "somos testigos y trataremos de no ser ingenuos".

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