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jueves, 18 de agosto de 2016

La columna desde el Perú

ANTES QUE LOS INTERESES DE GRUPO ESTÁN LOS QUE EXIGE EL PAÍS

Por Roberto Mejía Alarcón


Pedro Pablo Kuczynski tiene pocas semanas como presidente de la república, pero ha demostrado ya que cuenta con una personalidad distinta a las de quienes le han antecedido como huéspedes de la Casa de Pizarro. Un vistazo panorámico a tal galería confirma lo dicho. Hemos tenido mandatarios para todos los gustos, unos elegidos por voluntad popular y otros que se zamparon allí sin más argumentos que el sable desenvainado y la bayoneta en ristre. Ninguno, sin embargo, con el perfil del susodicho, que baila, toca y le toma el pelo a sus conocidos y desconocidos, amén de sus conocimientos y experiencias en la ciencia de la economía, con las que se puede coincidir o no, según el humor o el color político de cada quien.

No se puede decir que tal personalidad sea del agrado de todos. Allí tenemos el caso de su ocasional rival en las recientes justas electorales, más conocida como Keiko, la misma que pasados los días de su impensada derrota, viene haciendo una vida monacal en casa de sus mayores, sin encontrar explicación alguna de su catastrófica caída. Y menos, las de los congresistas del llamado fujimorismo, que demostrando ser más papistas que el Papa, pretenden “matar” a quien ostenta el mandato del pueblo con el látigo de su desprecio. La actitud viene de atrás. Basta recordar el comportamiento díscolo de los mencionados, cuando PPK concurrió al Congreso de la República para recibir la banda presidencial y luego al pronunciar el discurso de orden. El irrespeto al protocolo de tan solemne acto, propio en una democracia verdadera y el silencio sepulcral al escuchar los lineamientos generales de la futura gestión gubernamental, que careció de la cortesía circunstancial del aplauso, los pinta de cuerpo entero.

Las encuestas de opinión dadas a conocer en la reciente semana no han pasado por alto este detalle. El 83 por ciento de la ciudadanía considera que no es aceptable ese comportamiento y un escaso 14 por ciento que es aceptable. Pero volviendo al tema de la personalidad de este hijo de un científico alemán afincado en el país desarrollando la noble tarea médica y de una maestra francesa, los mismos escrutinios hacen saber que un 71 por ciento de la gente del país lo quiere a Kuczynski tal como es, sin amaneramientos verbales, sin poses preparadas y en cambio sí con la espontaneidad que lo distingue. Que se cubrió con un pañuelo la cabeza durante el desfile militar de Fiestas Patrias, para calmar las inclemencias del sol, que haya dado unos pasos de baile mientras se encaminaba a Palacio de Gobierno, que haya tocado la flauta luego de la juramentación de su gabinete ministerial, que haga ejercicios con sus ministros para promover la actividad física, que ponga en rango inferior algunos problemas para destacar otros que requieren atención inmediata porque se trata de mejorar la calidad de vida de la población, no dan lugar a la preocupación de la ciudadanía. Esta lo acepta en todos sus extremos, en la confianza que hará realidad lo que él ha prometido en cuanto a liberar el país de la inseguridad y delito, liberar el país de la corrupción, llevar agua y desagüe a todos los peruanos, prestar servicios de educación pública de calidad, prestar un servicio de salud pública sensible al enfermo, oportuno y eficaz, formalizar el país, con 60 por ciento de trabajadores en planilla, liberar el país de la discriminación, construir infraestructura para el desarrollo.

A juicio del 61 por ciento de la población, tenemos un presidente que merece el apoyo necesario para lograr la revolución social que anhela la nación. El porcentaje ha ido creciendo, desde junio que era del 50 por ciento y julio que llegó a 56 por ciento. ¿Descifrará este mensaje el Congreso de la República, con una mayoría abrumadora de 75 legisladores fujimoristas? ¿Seguirá esta mayoría actuando sin la madurez que se requiere para mantener estable la seguridad económica y política que exige la gobernabilidad? ¿Le negará a ese efecto el voto de confianza que espera el gabinete Zavala? ¿Le bajará el dedo a un gobierno entrante que requiere de facultades legislativas para llevar al país a la modernidad? En pocas palabras ¿hará uso de su mayoría para satisfacer el resentimiento de su lideresa o para concertar voluntades y aportar al bienestar del Perú? Estas esas son algunas de las interrogantes que flotan en el imaginario de los de abajo en especial y de los peruanos en general.

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