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lunes, 18 de julio de 2016


PACIFICACIONES Y RETALIACIONES
Por Hugo Latorre Fuenzalida


Todos los eventos de este mundo parecen obedecer a la vieja ley física y biológica de acción y reacción, de ida y vuelta. El hombre actúa sobre los hombres y parece dominar y dar con un tiempo de estabilidad; pero más temprano que tarde viene la contra-reacción, y lo que era cantar y bordar se convierte en una tormentosa retaliación. También cuando actuamos sobre la naturaleza, pareciera que ésta obedeciera nuestros designios arbitrarios y abusivos,  sin chistar, hasta que de pronto nos vemos azotados por cambios climáticos furiosos y arrasantes.
Cuando los países imperialistas intervenían en los pueblos, ferozmente colonizados y explotados, inocentemente creyeron que las cosas se darían de esa laya para siempre, que la tortilla no tenía  considerada la dada de vuelta o la moneda no mostraría una segunda cara. Con el paso del tiempo los bárbaros conquistados por Julio César se vandalizaron y conducidos por Genderico conquistaron al imperio romano de Occidente y sus riquezas. También los españoles fueron expulsados de América al igual que los ingleses y franceses de la India,  de Africa o el sudeste asiático.
En nuestro territorio, luego de ser república, pacificamos la  Araucanía, con tal denuedo que cazar indios era un deporte bastante extendido. Una descendiente de colonos alemanes me confesó-con un dejo humorístico- que sus padres todavía en pleno siglo XX salían a corretear indígenas a punta de escopetazos. También sabemos que si no era sobre estos métodos  ferwestianos, también recurrían a los expedientes más legalistas de emborracharles y hacer transferencias de propiedades con la imposición del dedo sobre un papelucho que luego algún tinterillo completaba.
Pero desde las lecturas del génesis viene la advertencia expuesta en esa pregunta inefable: “Caín….dónde está tu hermano”. Esa pregunta siempre se termina por imponer, y las víctimas reclamarán por  sus ancestros,  por sus antepasados ……¿Qué les hicieron? ….También preguntarán quiénes fueron los Caínes de sus pueblos.
De forma tal que la “Pax romana”, la paz colonial o imperial, nunca permanece y siempre trae aparejada la contra-reacción de las víctimas. Esa suerte corre Europa con respecto al Medio Oriente musulmán, Rusia respecto a los países que conformaron la ex Unión Soviética: el asalto de los bárbaros periféricos.
Las migraciones de la empobrecida Africa hacia la colonizadora Europa; las reivindicaciones violentas y pacíficas del pueblo mapuche sobre sus territorios ancestrales pone en jaque al Estado nacional que les sometió con violencia y engaños. Los pobres violentados se hacen a su vez violentos y terroristas; los pobres esclavizados ahora inundan como marea  a la Europa soberbia y depredadora; los ampuches incendian y atacan y la represión oficial no hará otra cosa que soliviantar más a ese pueblo en rebeldía.
Las nuevas generaciones no son nihilistas sino retaliativas, irreverentes y portadoras de un credo de justicia divina, telúrica e inescrutable. No les basta con destruir a sus enemigos, desean recuperar su tierra, su cultura y su credo, y ante esos la superioridad militar puede hacer una sola cosa: aniquilarlos. Pero si no los arrasan, desde sus raíces, si no esteriliza el suelo donde habitaron, luego de arrasarlos, entonces no habrá sido capaz de matar el alma de la rebelión y se levantarán nuevamente, tarde o temprano.
Ya lo ven los militares fascistas y asesinos de Argentina o Chile. Trataron de protegerse de sus fechorías, pero van siendo llamados por la justicia, uno a uno, a rendir cuentas de sus actos. Cuando hicieron lo que hicieron, nunca pensaron en el reverso de la historia…Es la ceguera  y debilidad del truhan, que se siente eterno e inalcanzable en el éxtasis de sus crímenes…,o es tan poderoso su impulso asesino que  obnubila su torcido entendimiento.
Pinochet fue alcanzado por la paciente mano de la justicia, pero los políticos de Chile fueron incapaces de dar el apretón final y lo dejaron escapar, en complicidad gozosa, oculto bajo el confuso manto de la “insanía”.
Hoy, Occidente vive el ataque de los yihadistas, que sienten a la cultura cristiana como la encarnación del demonio, del engaño, la prepotencia y la violencia. Razones tienen de sobra para adjudicar esos vicios en los viejos y nuevos colonialistas. Irak y Afganistán representan lo más reciente de la barbarie occidental. Allí se mató sin discriminación y, además,  fundados en la mentira, ya  se tratase del imperialismo soviético o el americano; pero antes dejaron su huella los ingleses y los franceses.
Los musulmanes vienen por más; vienen para aterrorizar a esta sociedad basada en el consumismo vicioso, en el militarismo prepotente, en el sensualismo materialista, en el desprecio individualista, en fin, en todos los vicios de la decadencia, visto por una religión que predica la renuncia y la entrega a la fe beligerante y  que desafía desde el Oriente próximo y del Africa doliente.

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