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jueves, 21 de julio de 2016

EL CUÑADO DE ERDOGAN
Por Félix López
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La primera entrevista concedida por Recep Tayyip Erdogan después de la asonada golpista ha sido para el canal qatarí Al Yazira, que la emitió anoche traducida al árabe y al inglés. En ella, el presidente turco afirma que se enteró de la intentona al poco de llegar a Mármara de vacaciones y que “mi cuñado me informó”. Como el cuñado es una institución universal, y normalmente se trata de un sabelotodo, también se comprende lo que dijo a continuación: “Al principio no me lo creí”. Pero luego, la información fue “verificada por varios canales”, entre ellos el servicio nacional de Inteligencia, MIT.
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La declaración de Erdogan ha causado sorpresa en los medios turcos. El cuñado, hermano de su mujer, es un profesor retirado y hombre de negocios llamado Ziya Ilgen, un individuo discreto, sin presencia pública. Quizás lo que el presidente quería decir es que no se puede fiar mucho de los que tiene cerca, tan solo de la familia…

A partir de aquí, la gran purga en curso. Pero hay más.
Uno de los aspectos más interesantes de lo dicho por Erdogan es que “podría haber otros países implicados” en la trama golpista y que serán descubiertos. Los corifeos del presidente acusan directamente a Estados Unidos –al menos, por cuanto su enemigo jurado, Fetullah Gülen, vive exiliado allí- pero es que además la teoría de la conspiración apunta a países árabes y entre los defensores de Erdogan en este sentido están nada menos que Irán y Rusia, ¡precisamente sus enemigos hasta ahora en la guerra de Siria!
La intentona golpista se ha producido en un momento en que la política exterior de Turquía está girando 180 grados. Erdogan –ante el creciente peligro kurdo en la frontera siria y bajo la presión terrorista dentro del país- parece retomar la política de “cero problemas con los vecinos” preconizada en su día por el exministro de Exteriores y ex primer ministro Ahmet Davutoglu.
Así, Turquía acaba de hacer las paces con Israel y con Rusia, al mismo tiempo que mantiene buenas relaciones –sobre todo económicas- con Irán y Arabia Saudí. Su siguiente objetivo era volver a entenderse con Egipto, pero dos diarios, el oficialista Al Ahram y Al Watan, dieron por hecho –con increíble precipitación- que Erdogan había sido derrocado por los golpistas.
Pero la última y gran novedad es que Ankara ha abierto un canal de comunicación con Damasco. El propio primer ministro y hombre de confianza de Erdogan, Binali Yildirim, declaró que Turquía desea retomar las relaciones con Siria (por supuesto, para frenar a los kurdos) y ese proceso se estaría llevando a cabo al mismo tiempo que se resuelven los problemas con Rusia.
El general que explicó quiénes eran los militares golpistas ha mantenido contactos con el régimen sirio y con Moscú
El general que ha explicado públicamente qué clase de militares formaban la trama golpista (de tres clases: partidarios de Fetullah Gülen, kemalistas de toda la vida y simples oportunistas) era Ismail Hakki Pekin, antiguo jefe de la inteligencia militar, represaliado por su participación en otra trama contra Erdogan, el caso Ergenekon, e investigador de otra posterior, el caso Sledgehammer, en el fondo la misma lucha de siempre entre los islamistas del partido de Erdogan y el estamento militar, caracterizado por una visión patrimonial de Turquía.
Pues bien, tres días antes de la asonada del 15 de julio, la periodista turca Ceren Kenar publicaba en Foreign Policy que el general Pekin, número dos del Partido de la Patria -“un movimiento nacionalista con una plataforma antioccidental y antiamericana”- y su presidente, Dogu Perincek, se han reunido en el último año con miembros de los gobiernos de Rusia, China, Irán y Siria. Y junto con otros dos militares, el contraalmirante Soner Polat y el general Beyazit Karatas, han viajado varias veces a Damasco.
Vale decir que estos uniformados no figuran entre los represaliados.
Quien sí se ha caído con todo el equipo es el jefe de la base aérea de Incirlik, puntal de la campaña contra el Estado Islámico en Siria. Y es aquí donde se encuentra uno de los aspectos más interesantes y desconocidos del fallido golpe.
Aviones de reabastecimiento apoyaron a los cazas golpistas ante las narices de los oficiales de EE.UU. en una base que podría albergar armas nucleares
La base de Incirlik acoge aviones de combate estadounidenses y unos 1.500 militares de esta nacionales. El 15 de julio los oficiales norteamericanos pudieron ser testigos de cómo al menos dos aviones de reabastecimiento en vuelo Boeing KC-135 despegaban para asistir a los cazas F-16 rebeldes que despegaron de otras bases y atacaron objetivos en Ankara, uno de los cuales estaba al parecer pilotado por el aviador que derribó el avión ruso sobre la frontera siria en noviembre del 2015 y que ha sido arrestado.
Según medios turcos, el general Bekir Ercan y los oficiales golpistas de Incirlik llegaron a pedir, una vez fracasada la intentona, asilo a sus pares estadounidenses en la base, que les fue denegado. Las autoridades turcas cortaron el suministro eléctrico a la base, según el órgano de las fuerzas armadas de EE.UU. Stars and Stripes, como medida de presión para que Washington extradite a Fetullah Gülen.
Pero la pregunta es: ¿sospecharon algo los oficiales estadounidenses en Incirlik? Y si fue así, ¿a quién informaron y a quién dejaron de informar?
La base de Incirlik no solo es compartida por Turquía y EE.UU., también es utilizada por otros miembros de la OTAN, como Gran Bretaña. Los medios estadounidenses han puesto sordina a la crisis de la base, y según diversas fuentes, alberga armas nucleares, un dato señalado tres días después del golpe por el general James Stavridis, ex comandante en jefe de la OTAN, en un artículo publicado en Foreign Policy. Stavridis, sin embargo, pone buen cuidado en decir que EE.UU. ni reconoce ni niega la presencia del arma atómica.
Hay que fijarse en el artículo del general Stavridis. Por un lado, se preocupa por cómo quedarán las fuerzas armadas turcas después de la purga de Erdogan, es decir, debilitadas. Por otro, señala que los turcos sienten a menudo que sus intereses no son respetados en el seno de la OTAN y que “daba la desafortunada confluencia del reciente ataque terrorista al aeropuerto de Estambul y el golpe, hemos de ser sensibles y apoyar la posición turca” ante el Estado Islámico y el régimen de Bashar el Asad.
En la reciente cumbre de la OTAN en Varsovia ya se notó un alejamiento de Turquía de la Alianza, y estos días se habla de que en Ankara algunos defienden salir de la organización militar. Un motivo fundamental es el apoyo que Estados Unidos presta a los kurdos de Siria para luchar contra el Estado Islámico y que Ankara considera que son una extensión del PKK, la guerrilla kurda de Turquía.
Así, y como para abundar aún más en este aspecto, y desde luego en la confusión, la agencia iraní Fars cita medios árabes según los cuales los servicios de inteligencia turcos, MIT, fueron advertidos de la trama golpista nada menos que por Rusia a través de sus sistemas electrónicos de espionaje en el norte de Siria. Según esta versión, en Arabia Saudí y en los Emiratos conocían la trama golpista de antemano.
Con conspiración internacional o sin ella, Erdogan no se encuentra en mala posición después del 15 de julio. A primeros de agosto se verá con Vladímir Putin, según ha confirmado Moscú, nadie le ha vuelto la espalda y estaría en condiciones de redefinir sus relaciones con Estados Unidos. Su cuñado puede ser su aliado más valioso, pero no el único.

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