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martes, 24 de mayo de 2016

¿ES UN TONGO?
Por Hugo Latorre Fuenzalida

Como en todas las cosas de la vida, en política existen los optimistas redomados, los incrédulos moderados y las pesimistas categóricos.
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Respecto a los temas actuales, como el proceso constituyente, tengo amigos que plantean la absoluta incredulidad de que esto avance a algo que no sea un puro simulacro.
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Es decir que, piensan, esto será pura retórica para enredar, entretener y distraer a la gente, instalándose, finalmente, unos cambios cosméticos pero que dejarán intacta la estructura constitucional actual en las cosas fundamentales, es decir en aquellas atingente a las relaciones de poder. En esta postura iconoclasta se encuentra mi amigo y sociólogo Felipe Portales (que niega todo, menos la fe religiosa);también está entre los pesimistas totales  nuestro historiador Luis Rafael Gumucio.

Pero he visto a los moderados, como Tomás Moulian, que cree que la nueva Constitución traerá algunos avances pero modestos, nada para quedar boquiabiertos. Y otros, como mi amigo Martín Poblete que cree que la Constitución merece un remozamiento, pero que cambiarla es un esfuerzo innecesario.
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La mayoría de nosotros, los simples mortales, que no hemos sabido nada de dictar códigos a los pueblos ni de traducirlos humanamente, como Moisés a los hebreos, no sabemos mucho acerca de constituciones, para qué sirven y qué se decide en ellas, por tanto este proceso puede ser mirado por la mayoría desde las graderías, como se ve un espectáculo.
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El intelectual venezolano, Cabrujas, cuando lo entrevistaron para un prólogo de uno de los varios textos de la “Reforma del Estado”, a finales de los 80, señalaba sarcásticamente que esto de las constituciones en América Latina-y en Venezuela- era un ataque de impostación, de querer traer la realidad de países realmente serios a una realidad tan poco seria y formal como las nuestras. Que más que constituciones debíamos redactar un cartel como esos que ponen los hoteles detrás de la puerta de ingreso a cada habitación: “Señor pasajero, le rogamos hacer buen uso del mobiliario….etc., etc.”; porque la verdad, decía el gran Cabrujas, es que en estos países no hay realmente ciudadanía, sino tránsito; la gente viene de paso y por un tiempo, hace su cosecha y se va., Es decir que somos sociedades en tránsito, de paso. Cabrujas ironizaba sobre la sociedad de su tiempo, una Venezuela copada por los inversionistas transnacionales que se instalaron a medrar de la bonanza petrolera, acompañados por los depredadores nacionales que hacían sus fortunas al amparo del poder y luego sacaban sus dinerillos a las cuentas abiertas en los consabidos paraísos fiscales.
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Para algunos, las Constituciones forman parte de las “superestructuras jurídicas” que se usan por los poderes materiales y políticos para garantizar su dominio. Como dice Walter Benjamin: “La historia la escriben los vencedores” y, en este caso, también escriben las constituciones, puesto que son parte de esa misma historia.
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En esto que se ha dicho…y mucho más, todos tienen algo de razón, por lo que podríamos pensar que todo esto que se da en Chile como proceso constituyente no es más que un ingenioso simulacro, un caza bobos para entusiasmar a la gente, para hacerles creer que tienen voluntad de cambios y así volver a recuperar algo de credibilidad o legitimidad.
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Bueno, pero lo que no se puede  afirmar es lo que vendrá, lo que saldrá de todo esto, puesto que no ha acontecido todavía y si bien la historia, es decir el pasado, enseña acerca de  ciertas posibilidades, no puede predecir el futuro de manera profética, por lo que siempre queda una rendija por donde se puede filtrar lo inesperado, la sorpresa.
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Recordemos la gran polémica que se dio cuando surge lo del plebiscito para confirmar o rechazar el mandato de Pinochet. Muchos decían que era mejor no participar; pero otros afirmaban que había que derrotar al Pinochet en Todos los planos. Unos decían que concurrir a las urnas era legitimar al dictador, pues haría fraude de todas formas.
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En fin, ni Pinochet ni la derecha pinochetista esperaban una derrota; pero la derrota ocurrió. También fue derrotado Evo en su afán de perpetuarse, y antes Chávez en su intento de tener poderes extraordinarios y permanentes, y ahora la lucha de Maduro ante la oposición. En fin, la realidad es levantisca y cuando se desatan proceso……,siempre la vida nos da sorpresas.
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Ya sabemos que la Concertación nos acostumbró al gatopardismo, al retroceso automático, al avanzar un paso y retroceder dos (vean la ley de royalty, la reforma tributaria, etc, etc.),  pero eso no es óbice para enfrentar cada etapa con el realismo alegre de las alboradas (como dice Nietzsche), porque de pronto salta la liebre y se le puede apuntar un disparo; puede que no la mate, pero la deja  a la mano de los galgos que corren detrás.
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En verdad, puede que los pesimistas tengan razón, si miramos lo acontecido; pero puede que no la tengan totalmente respecto del futuro…y esa es la apuesta.

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