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lunes, 14 de diciembre de 2015

BREVE VISIÓN INTERNACIONAL

DECISIONES EN CARACAS  Y EL "AGUAITE" EN MADRID
Por Martín Poblete

Para ser una coalición de treinta partidos y movimientos sociales, la Mesa de Unidad Democrática en Venezuela está mostrando claridad y unidad de propósitos. 

Sus ciento doce diputados se distribuyen en treinta y tres de Primero Justicia; veintiséis de Acción Democrática ADECO, el viejo partido socialdemócrata, uno de los signatarios del Pacto de Punto Fijo en 1958; veintiuno de Un Nuevo Tiempo; catorce de Voluntad Popular, el partido del encarcelado líder Leopoldo López; y dieciocho en varias agrupaciones menores, entre ellas COPEI el otrora fuerte partido socialcristiano, también signatario del Pacto de Punto Fijo.
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La victoriosa coalición opositora se ha fijado sus prioridades:  Ley de Amnistía, Reconciliación y Unidad Nacional, busca la liberación de los presos políticos; cambiar la composición del Tribunal Supremo de Justicia; reforma del Banco Central dotándolo de independencia; cambio del sistema cambiario; fin a la diplomacia del petróleo, terminando con la entrega gratis del producto o a precios preferenciales estimados ridículos, a regímenes ideológicamente afines; ejercicio de las atribuciones fiscalizadoras del Ejecutivo por parte de la Asamblea Nacional; evaluar las cifras oficiales de inflación y del manejo de las finanzas públicas.
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El próximo 10 de enero de 2016 jurarán sus cargos los diputados recién elegidos, inaugurándose un nuevo período legislativo; la cuestión fundamental será reforzar la cultura civilista democrática, neutralizar las aberraciones del autoritarismo populista,  y evitar las conspiraciones militaristas que tanto daño han hecho antes a Venezuela.  El gobierno de Nicolás Maduro ya dio a conocer su rechazo a una ley de amnistía sin siquiera esperar a recibirla, en una lamentable actitud  confrontacional  que todavía tiene oportunidad de corregir.
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España: La política se abre a nuevas agrupaciones 

En los treinta y ocho años desde la vigencia de la Transición, la política española ha estado afianzada en dos polos dominantes, un partido democrático de izquierda, el PSOE Partido Socialista Español; y un partido democrático de centro derecha, el Partido Popular, agrupando elementos conservadores tradicionales, liberales, y democristianos; entre ambos, en un interesante rol político, el Rey Juan Carlos, ahora su hijo Felipe VI, y la Casa Real.  Otros partidos de variadas denominaciones completan un diversificado espectro de ideas y políticas.

Sin embargo, a una semana de las elecciones generales del 20 de diciembre próximo, todo parece apuntar a un significativo cambio provocado por nuevas fuerzas y nuevos líderes. 

En la centro derecha, Ciudadanos, un partido anclado en la tradición liberal española, originado en Cataluña fundado por un político catalán de ambiciones españolas, Albert Rivera, acompañado por líderes jóvenes con el mensaje del cambio generacional voceado por figuras como Inés Arrimadas;  Ciudadanos alza un proyecto político distinto al del Partido Popular, no es solo cuestión de nuevos liderazgos. 
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En la izquierda, Podemos, movimiento fundado por un académico, el profesor Pablo Iglesias, sin las finuras y sutileza de Inés Arrimadas y Albert Rivera, se plantea terminar con la hegemonía del socialismo español, sustituyéndolo por un partido de características   radicalmente diferentes.
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Esta estructuración de la política española en cuatro partidos mayoritarios, con los Populares en posición de mayoría relativa y los otros tres en llegada relativamente cercana,  proyectada por todas las encuestas y sondeos de  opinión,  sería un cambio de impacto en España y mas allá.

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