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sábado, 21 de noviembre de 2015

POR TEMOR Y TERROR A UN NUEVO ATENTADO LA HISTÓRICA CAPITAL DE BRUSELAS QUEDÓ DESIERTA 

Bruselas en alerta máxima esperando un anunciado nuevo atentado

Militares patrullando las calles. El centro semidesierto, el metro sellado. Y una sensación de ciudad sonámbula, temerosa, pávida: museos, teatros, cines y comercios cerrados a cal y canto, conciertos suspendidos, fin de semana sin deporte profesional y una procesión de hombres armados a las puertas de los hoteles, en las iglesias, hasta en restaurantes de comida rápida.
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No es una estampa costumbrista de una ciudad de Oriente Próximo en pleno conflicto: la capital de Europa y sede de la OTAN, Bruselas, amaneció este sábado en máxima alerta por el “riesgo inminente” de ataques terroristas. El primer ministro belga, Charles Michel, alertó del riesgo de un atentado similar al de París por parte de “diversas personas, con armas y explosivos, quizá en diferentes lugares a la vez”, informó El País de España.
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A la estela de París, la escalada de temor impacta de lleno en Bruselas, una ciudad conectada con los atentados del 11-M de Madrid y con los recientes ataques terroristas en la capital francesa a través del modesto barrio de Molenbeek.
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Ese pequeño distrito bruselense, con aire desangelado durante toda la tarde de este sábado, es el lugar de Europa donde proporcionalmente más gente se ha unido al Estado Islámico para combatir en Siria; de allí salieron terroristas hacia España y Francia en esos trágicos atentados, y en otros como los de Charlie Hebdo. Con los riesgos asociados a Molenbeek cada vez más a flor de piel, el Gobierno belga decretó el nivel de máxima alerta por terrorismo. Bélgica teme una réplica de los ataques de París: el peligro “es serio e inminente”, apuntó ante las cámaras Charles Michel.
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Las autoridades cerraron el metro y redujeron a la mínima expresión el transporte público, recomendaron el cierre de centros comerciales y la cancelación de eventos deportivos y culturales. Y aconsejaron a los bruselenses que evitaran las aglomeraciones por su propia seguridad.
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La ciudad obedeció. Bruselas se vació, especialmente en el siempre bullicioso centro, tomado por la policía y más de un millar de militares armados. El ejército cerró algunas calles con camiones y otros vehículos ligeros, que daban un aspecto impactante al paisaje urbano habitual de una gran capital europea.
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Ante la amenaza latente de un posible atentado, las constantes vitales de la ciudad están bajo mínimos: algunas de las arterias comerciales permanecieron semidesiertas; por el centro deambulaban básicamente turistas sin museos, tiendas o teatros adonde ir. “No hay casi nadie básicamente por miedo, por esta multitud de policía y cámaras de televisión y puede que también por la lluvia helada de hoy”, decía el dueño de una tienda junto a la archifamosa Grand Place. “Llevamos días así”, apuntaba un vecino de Molenbeek visiblemente hastiado por la presión mediática.
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Según publican hoy varios medios turcos citando fuentes policiales y judiciales, las autoridades turcas han arrestado a un ciudadano belga de origen marroquí, Ahmed Dahmani (de 26 años), que presuntamente participó en la planificación de los atentados de París como “observador” de los lugares atacados. La detención se produjo a inicios de semana, pero Turquía no lo hizo publico hasta la pasada noche cuando, tras cuatro días de interrogatorios, Dahmani y otros dos sospechosos fueron puestos a disposición de un juez que los envió a prisión con cargos.
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Dahmani, que según el diario turco Sabah era residente del barrio de Molenbeek de Bruselas, examinó para el ISIS varios lugares de la capital francesa una semana antes de los atentados, como parte de la designación de objetivos. Según el mismo rotativo, tras las masacres del 13N, Dahmani huyó a otro país para volar después a la ciudad turca de Antalya, donde el pasado fin de semana tuvo lugar la reunión de jefes de estado y de gobierno de los países del G-20. Dada la presencia de los principales líderes mundiales en la ciudad, la policía turca reforzó la seguridad de la zona y, en el mismo aeropuerto, fue identificado como sospechoso por lo que se le siguió con un dispositivo de vigilancia.
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El primer ministro Charles Michel optó por dar el aviso y ahorrarse detalles. Michel instó a la población a “permanecer vigilante” sin caer en el “pánico” —difícil combinación—, y apenas ofreció explicaciones adicionales. El Gobierno situó el nivel de alerta en el escalón máximo —cuatro— y el primer ministro subrayó que dispone de información “relativamente precisa”, que no concretó, del riesgo de un ataque al estilo de París. “Hay peligro de que varias personas con armas y explosivos cometan atentados en varios lugares”, dijo. “Estamos movilizando al máximo número de gente posible, a toda la policía y a un millar de militares para garantizar la seguridad”, añadió el titular de Interior, Jan Jambon.


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