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martes, 29 de septiembre de 2015

SIRIA
LA GUERRA SIRIA ¿ESTÁ EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA?

Por Walter Krohne

A pesar de los choques en público y en privado, hubo también momentos de reflexión profunda lo que no hizo que Barack Obama y Vladímir Putin terminarán ayer en la ONU separados o en una crisis bilateral sin vuelta.
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El mayor problema es la situación en que quedaría el dictador Bashar el Asad tras el ordenamiento del país envuelto en una guerra civil que ya ha costado 250.000 vidas humanas en cuatro años. Si ayer hubo miradas severas entre ambos estadistas, esto solamente lo captaron el público, los fotógrafos y algunas cámaras de TV, porque en el interior de ellos se observó un clima de distensión al ser ambos conscientes de la realidad bélica en el mediano oriente y también en Europa con la situación ucraniana, que de algún modo ha hecho retornar el horrible recuerdo de la guerra fría al viejo mundo.
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En las imágenes tomadas tras los discursos de Obama y Putin en la Asamblea General de la ONU, en una sala del Consejo de Seguridad,  en compañía de sus respectivos  ministros de Exteriores, John Kerry y Serguéi Lavrov, se observó que el ambiente era  mucho más relajado de lo que unos y otros creían o pretendían.
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Resulta muy notorio cómo el asunto de Ucrania casi desapareció de la actualidad inmediata ante la urgencia de la crisis siria -en términos de la amenaza yihadista que representa-. A pesar de que rusos y estadounidenses han dejado entrever en el mensaje conjunto de que discrepan sobre el futuro de Siria, están más en sintonía de lo que parece.
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¿Qué habria que hacer en Siria? – Esta pregunta es la que intentaron responder ayer 
EE UU y Rusia, pero a pesar del esfuerzo continúan las incertidumbres.
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Hay acuerdo en que Siria debe ser un país unido, secular, del cual hay que expulsar al Estado Islámico (EI) que opera en su territorio y decidir luego una transición política interna. Sin embargo este es un punto discrepante, porque Putin está comprometido con el régimen de Bashar el Asad, vínculo que no pretende romper porque el líder sirio le ha abierto a Moscú el Mar Mediterráneo para su flota. El punto discrepante entonces es de ¿cómo sería esta transición?  ¿En qué situación quedaría el actual dictador sirio Bashar el Asad en la  reformulación política interna en Siria?
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Estos principios fundamentales son aceptados por ambas partes, como dijo hoy el secretario de Estado estadounidense John Kerry  en entrevista para la cadena MSNBC. Kerry volverá a reunirse en estos días con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en lo que será su tercer encuentro en menos de una semana. Por el momento, adelantó que rusos e iraníes podrían presionar a Bashar el Asad para que sus fuerzas armadas dejen de arrojar barriles explosivos sobre la población civil, a cambio del o de los aportes que  EE UU podría hacer. “Es hora de unirse y de encontrar una salida a la crisis de Siria”, afirmó Kerry.
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Frente al procedimiento, EE.UU. no rechaza ni mucho menos la participación de Rusia en ataques contra el Estado Islámico en Siria. Putin dijo que está dispuesto a realizar ataques aéreos, pero señala, sin embargo, que tiene que ser con aprobación de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad preside por turno y en el cual hasta ahora ha bloqueado toda resolución contra el régimen de Damasco.
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EE UU. no ha cuestionado, al menos públicamente, la presencia de aviones rusos de combate Sujoi 24 y Sujoi 30, llegados hace pocos días al aeropuerto de Damasco, además de helicópteros, material y soldados rusos. Es decir, Washington ya no discute el apoyo ruso a Bashar el Asad. La presencia militar rusa en el feudo del régimen sirio -el único enclave del que dispone Moscú en el Mediterráneo- es aceptada por los estadounidenses. Es como una aceptación obligada para poder resolver este conflicto que se ha ampliado tras la irrupción del terrorismo islámico.
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Para Rusia, Bashar el Asad debe seguir en el poder en Damasco. Obama lo rechazó en su discurso ante la Asamblea General, señalando que no se puede aceptar a alguien que bombardea a mujeres y niños. Pero en realidad tanto Obama como los gobiernos europeos saben que, al menos de momento, no tienen mejor opción y no plantean su derrocamiento como prioridad.
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En qué no están de acuerdo:
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Bashar el Asad sigue siendo el punto de discrepancia. Rusia defiende que su régimen es legítimo y hay que contar con él en la lucha contra el Estado Islámico. Hoy por hoy, Asad es el único garante de la presencia militar rusa en el Mediterráneo. Barack Obama, en cambio, quisiera arrastrar a Putin a una solución diplomática, en paralelo a la guerra, para un cambio de régimen.
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Rusia se opone a todo cambio de régimen fuera del marco de Naciones Unidas. Putin recordó una vez más ante la Asamblea General las desastrosas consecuencias de las operaciones estadounidenses en Irak y Libia. El caso libio (2011) fue especialmente doloroso para el Gobierno ruso, que se sintió engañado al saltarse la coalición occidental contra Gadafi los límites de las resoluciones de la ONU.
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Rusia propone un frente común antiyihadista que incluya a Irán, Siria, Arabia Saudí, Turquía y Egipto,  dejando fuera a los europeos y a Qatar, uno de los estados más implicados en la guerra siria. Sin embargo, hasta ahora no se conoce una respuesta de EE UU. En todo caso, según el diario The New York Times, la fórmula rusa no le parece tan mala a la Casa Blanca porque así "Moscú podrá conocer el costo que representaría sostener militarmente y alimentar a Bashar el Assad.
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Hay un punto que debe ser también tomado en cuenta: El ejército sirio está agotado y diezmado. Lo ha reconocido ya el propio Bashar el Asad, y ahora mismo resiste en algunos frentes gracias a treguas negociadas. Este punto es delicado por la presencia allí del Estado Islámico que recluta a jóvenes combatientes en todo el mundo, dispone de un buen fondo financiero y ya están asentados en territorio sirio. Fuerzas iraníes y del Hizbolá libanés son un gran respaldo militar para Asad, pero también están implicadas en Irak contra el Estado Islámico. En opinión del sirio Hassan Hassan, considerado uno de los mejores analistas de la guerra, la ayuda rusa puede ser muy importante para reforzar a las unidades de élite del ejército sirio y para profesionalizar a las milicias que apoyan al régimen, pero la idea de que combatientes rusos permitirán a Siria la recuperación de territorios “es una verdadera fantasía”, afirma el analista.

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