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martes, 26 de agosto de 2014

SALUD

EL DRAMA DE LA SALUD: LAS ISAPRES NO SE TERMINARÁN TAMPOCO BAJO EL GOBIERNO DE BACHELET

Por Walter Krohne


Las declaraciones de la ministra de Salud, Helia Molina, el último fin de semana, cayeron como un balde de agua fría en muchos sectores sociales, menos en las élites conformadas por los dueños y  directivos de las isapres donde sí hubo un respiro profundo, porque quedó en claro que al menos bajo este gobierno "progresista" no habrá un cambio estructural en salud ni tampoco en su sistema de financiamiento.
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Las aseguradoras privadas de salud tendrán entonces el camino libre, por lo menos en los próximos cuatro años, para seguir lucrando y ganando dinero a destajo con el aporte que reciben por las atenciones médicas y los pagos mensuales calculados en unidades de fomento (UF) especialmente provenientes de  los aportes que hace la  clase trabajadora.
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Y todo esto a pesar de que en la última versión de la encuesta CEP un 56% de los chilenos se inclinó por destinar los dineros de la reforma tributaria a la salud y no a educación, lo que representa un golpe muy bajo para el Gobierno que, como se ha dicho, ha confundido las prioridades en cuanto a las necesidades que tienen los chilenos. Seguramente la gran mayoría que desea mejorar los servicios de salud no ha salido a marchar lo suficientemente como para ser escuchados por los políticos como sí lo han hecho los estudiantes desde hace varios años.
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Es preocupante pensar que en Chile los políticos se equivocan muy frecuentemente de estrategias y caminos a seguir, porque uno de los principales problemas de vida que tienen los chilenos es precisamente la salud y las estadísticas señalan que las verdaderas urgencias en esta materia las sufre el 70 por ciento de la población que no puede irse a una isapre y no tiene más alternativa que seguir en el Fonasa.
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Es un tema que si bien afecta a todas las clases sociales, los que más sufren son los más pobres, entre ellos los jubilados, y en este sector es donde se aprecia con mayor énfasis la desigualdad económica que existe en Chile. Pero la ministra Molina parece que vive en otro mundo y, soslayando a la Comisión Asesora Presidencial y a la misma Presidenta, declaró sin tapujos que los proyectos de reformas estructurales a realizarse durante los próximos cuatro años son los que aparecen en el programa de gobierno: reforma tributaria, reforma educacional y nueva Constitución. No hay lugar, por tanto, para reformar de raíz el sistema nacional de servicios de salud y las isapres. Con énfasis, dijo: "La línea del gobierno en salud la represento yo" y calificó de opiniones personales de la directora del Fonasa, Jeanette Vega,  lo dicho respecto de que el 7 por ciento destinado a salud no les pertenece a los trabajadores."Ella es subalterna mía" enfatizó.
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La oferta oficialista entonces estaría sólo en la reforma educacional y punto. Hay que reconocer que ésta es importantísima para un país como Chile, pero debe aceptarse que dicha reforma irá concretándose a muy largo plazo, si es posible que así sea, porque el cambio que debe darse es complicado debido a los distintos tipos o sistemas que existen en la educación chilena: colegios subvencionado con copago, subvencionados sin copago, municipalizados, y privados sin aportes estatales.Todos ellos deberían encausarse a muy largo plazo en un sistema fiscal único y gratuito de educación. Aparte está todo el sistema universitario, el cual también debería llegar a ser fundamentalmente fiscal y gratuito. Hasta ahora se habla poco o nada de cómo se va a mejorar la educación, que es lo más importante.
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Es una negociación compleja porque en ella deben necesariamente  participar y ponerse de acuerdo diversos sectores con distintos puntos de vista e intereses  como son el Gobierno, los sostenedores de colegios, los profesores, los padres y apoderados, y los estudiantes.
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Pero tampoco la reforma constitucional es un proyecto fácil de abordar, lo que ha puesto ya en alerta a Nueva Mayoría al dar señales de una irremediable postergación de esta propuesta. El Presidente de la Comisión de Constitución del Senado, Felipe Harboe (PPD)  ya hizo un adelanto concreto  sobre esto en la segunda semana de agosto: "No tengo temporalidad, pero la profundidad del cambio impedirá tener una nueva Constitución en este período presidencial".
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Un mes antes, la misma Mandataria se encargó de aclarar: "Esperamos avanzar en una nueva Constitución, al menos redactarla e iniciar su discusión", dijo.
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En el caso de la salud, sin embargo, los enfermos de cáncer, con dolencias cardiacas graves u otras decenas y decenas de enfermedades de complicado desarrollo y que llevan a los pacientes casi irremediablemente a la  muerte, están ahora necesitados de un mejor servicio de salud y no pueden esperar años para recibir las atenciones adecuadas que se merecen como chilenos que han trabajado toda una vida para su país. No es posible que todavía en el siglo XXI haya familias que se arruinen económicamente porque deben financiar el tratamiento de una o varias enfermedades que afectan a su núcleo familiar o que los vecinos tengan que organizar rifas, bingos o bazares para poder juntar el dinero que hay que pagar en caso de enfermedades, hospitalizaciones u operaciones graves.
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Esto significa que la "gran obra" de este Gobierno podría llegar a limitarse sólo a  la  reforma educacional que se financiaría con la reforma tributaria (reformas acopladas). Sin embargo, esto tampoco está muy claro debido a que las prioridades en este intento están también equivocadas al concentrarse primero en las cuestiones públicas y burocráticas (inmobiliarias) y no en lo esencial que es el mejoramiento de la substancia misma de la educación en Chile. 
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En consecuencia, quizá llegaremos a hablar al final  de una reforma educacional a medias.
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¿Qué nos quedaría entonces? La salud,  pero la ministra de esta cartera Helia Molina con mucha arrogancia puso punto final al tema diciendo que era ella la que mandaba en salud y que un cambio estructural del sistema no se va a dar. "Nosotros no vamos a hacer una reforma estructural. ¿No hay espacio para una cuarta reforma en este gobierno?, se le preguntó: "No, porque son sólo cuatro años".
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Aún más, la infraestructura hospitalaria tampoco garantiza el buen tratamiento de los enfermos, pues para ello se requiere, no sólo de edificios sofisticados, como se dice y a veces se critica, sino fundamentalmente  de médicos capacitados, con las especialidades que correspondan, lo que en Chile es deficitario. Para hacer aún más complicado este aspecto, se ha informado de las dificultades que enfrentan los hospitales estatales que están al margen de los servicios públicos de salud, como los de las Fuerzas Armadas, Universidad de Chile, Codelco y otros, que no cuentan con el número suficiente de profesionales.
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El respaldo de la directora de Fonasa, Jeanette Vega, a la Comisión Asesora Presidencial que estudia un nuevo modelo para el sistema privado de salud que pondría fin al sistema de isapres, no es de la simpatía de  Helia Molina: "La línea del gobierno en salud la represento yo y la directora de Fonasa es subalterna mía", dijo.
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Una cosa es ponerle término al debate sobre el sistema privado de salud que no está en los planes del Gobierno, pero otra es conocer el trato que el Ministerio y la ministra Molina espera darle a la imensa mayoría de los enfermos que continúan enfrentando graves carencias, al contar con una atención primaria deficiente  y  falta de personal especializado. Como aún parece que el  actual gobierno, que anunció inversiones masivas en salud,  no tiene una agenda específica,  parece ser este problema la causa principal de las críticas políticas que se le hacen a la ministra ¿tiene los días contados?

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