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martes, 22 de julio de 2014

NICOLÁS EYZAGUIRRE, MINISTRO DE EDUCACIÓN, ¿HASTA CUÁNDO?

Por Walter Krohne


Fulvio Rossi dio en el clavo: La Presidenta debía echar mano a “su capital político” para ordenar el “establishment”. No quedaba otra solución, ya que los desaguisados y la pésima comunicación iban a la larga o a la corta a enlodar la gran obra de la ex Directora de ONU Mujeres que se venía anunciando directa o indirectamente desde hacía cuatro años.
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La anécdota de los patines, la afirmación de que no habrían "arreglines" en la reforma educacional y ahora la de la gratuidad educacional de sólo cuatro años,  ha llegado a casi colmar el vaso para algunos personajes de la coalición de Gobierno, la Nueva Mayoría, que como buenos operadores políticos están al “cateo de la laucha” para sacarle partido personal a los errores cometidos por otros.  “Es que el ministro tiene problemas comunicacionales porque dice que ha dicho una cosa, pero la verdad que se le entiende otra muy distinta”, se le acusa en sus propias filas.
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El ministro ha demostrado que no está para estos “dimes y diretes” ni tampoco dispuesto a exponerse en la forma como lo ha hecho desde el día de la asunción al cargo el 10 de marzo pasado. Entretanto se le ha dicho de todo, como que no es apto ni para el cargo ni como político.  No, no, no, todo esto es demasiado para él, porque no debe olvidarse que fue cuatro años ministro de Hacienda y los más entendidos han dicho que lo hizo  brillante en una época en que estos secretarios de Estado tenían poder y mucha autonomía para decidir sobre ciertos temas financieros. El Presidente de entonces confiaba plenamente en que con Eyzaguirre el sector financiero estaba bajo control y en buenas manos.
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Sin embargo, todo tiempo pasado fue mejor y la situación de Nicolás Eyzaguirre se debe haber empeorado bastante, porque de su vida internacional, esa que llevaba mientras trabajó en el Fondo Monetario Internacional encargado del denominado Departamento para el Hemisferio Occidental en Washington queda poco o nada, sólo recuerdos de  cuando se mantenía al margen de problemas domésticos y pequeños como los que ha tenido que vivir ahora en Chile de vuelta a la "Patria querida".

Hoy, en cambio, debe estar permanentemente atento a varios frentes políticos y no políticos que siguen sigilosamente cada uno de sus movimientos y está sometido a la crítica de todos – derecha e izquierda- por todo lo que hace y dice. A este ministro todos le piden  cuentas, los estudiantes, los profesores, los dueños de colegios copagos, los políticos, los gremios, los apoderados, la calle y por supuesto también su jefa en el Palacio de La Moneda. Casi siempre se le ve solo y preocupado caminando por los pasillos del Congreso, en el Ministerio o en la sede del gobierno, pero su gracia está en que esconde muy bien el lado amargo de la vida ministerial   mostrando casi siempre una sonrisa o una cara risueña. Es simpático. El quisiera cumplir con la tarea que le asignó la Presidenta con quien tiene una amistad de años. Fue el primero o uno de los primeros en llamarle a la Mandataria “la gordi” cuando Bachelet resultó electa como Presidenta de la República por primera vez en 2010, seudónimo que a ella no le gusto para nada como lo manifestó más tarde. 

El cargo que tiene simplemente no es para él, que es un matemático, un destacado economista y sabe mucho de las finanzas internacionales, pero con experiencia cero en  el espinudo tema educacional. Tampoco se le ve muy seguro en cuanto al proyecto de reforma que debe desarrollar y presentar.
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El ministro dijo ayer que sus palabras "no se entendieron", porque cuando mencionó los 4 años se refería a la discusión sobre la duración de las carreras y no a la gratuidad. "Son dos ideas distintas- dijo- gratuidad y cuál debe ser la duración de las carreras. En la medida que se hayan mezclado estas dos, es desafortunado".

Pero el académico que lo entrevistó, Carlos Peña, hoy lo desmintió.  Escribió: "En la entrevista que mantuve con el ministro Eyzaguirre -cuya grabación conservo- él manifestó que el financiamiento no podía ser "open ending " (es decir, de final abierto); que por eso debía limitarse en años; que atendido el per cápita de 20.000 dólares de Chile, un límite razonable era de cuatro años de estudio; y que como la mayor parte de las carreras duran más, el faltante debía financiarse con rentas futuras o ayudas de otra índole, aunque solo para quienes lo necesitaran. Eso fue lo que el ministro dijo. No es cierto que haya hablado de la duración de las carreras, por una parte, y de la gratuidad por la otra".


Dichos y desmentido era una catástrofe para el Gobierno. No se sabe si  Bachelet le hizo caso al senador Rossi pero salió  con todas sus fuerzas para poner las cosas en su lugar y reiterar su gran meta que es 
asegurar que esta gratuidad estará garantizada para todos los estudiantes.

"Primero, educación de calidad, segundo, gratuidad, para que estudien gratis, que reciban fondos públicos en todos sus niveles, y lo vuelvo a decir para que a nadie le quede duda: habrá gratuidad para todos los jóvenes que estudien", dijo tajante la Mandataria. Para ello  es fundamental “escuchar y dialogar”.

Al otro lado del escenario, Fulvio Rossi fue enfático: "Quienes están en contra de la reforma tienen la idea de sacar al ministro Eyzaguirre. Los mismos que lo consideraban un economista brillante, hoy lo critican poco menos que no sabe nada. Hay un intento por debilitar al ministro Eyzaguirre. Y digo una cosa: si el ministro Eyzaguirre sale, es el fin de la reforma a la educación. Su presencia es necesaria para dar continuidad al proceso de cambios, más allá de que se puedan cometer errores".

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