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viernes, 27 de septiembre de 2013

27-9-2013-KRADIARIO-EDICIÓN N° 871

LA VERGÜENZA NACIONAL DE
LOS MILITARES CHILENOS QUE
TORTURARON Y MATARON A
MUJERES Y NIÑOS
Por Walter Krohne

El cierre del penal especial de Cordillera marca una potente señal que permite vislumbrar en un futuro cercano la creación de un sistema de castigo para los criminales de la dictadura que esté mucho más acorde con la igualdad de derechos y obligaciones que debe imperar en el sistema penal chileno.
Nunca hubo una explicación lógica para la creación de los penales de Cordillara y Punta Peuco, salvo el  profundo miedo que tenían los presidentes y gobiernos de la Concertación cuando se les amenazaba con levantamientos militares si las cosas no se hacían como lo deseaba el alto mando del Ejército.
Los dos principales “constructores” de este sistema carcelario especial para los asesinos de Pinochet –en los Gobiernos de los presidentes  Eduardo Frei Ruiz Tagle y Ricardo Lagos Escobar- deben estar concentrados ahora en una profunda reflexión frente a los acontecimientos, cuando un Presidente de centro derecha, como Sebastián Piñera,  borra de un plumazo una concentración carcelaria-militar de diez condenados de la ex Dina y otros servicios secretos del régimen militar y deja abierta las puertas para que en el futuro esa extraña mezcla de democracia y pinochetismo desaparezca definitivamente de la política chilena.
Los que protestan contra esta política proteccionista y de permanente acomodo, vociferan preguntando  ¿el por qué en Chile hay presos de primera y de segunda? Si esos militares fueron tan o más criminales que los asesinos  que deambulan en barrios como La Legua o la Pintana, ¿por qué los soldados condenados pueden vivir en recintos equipados con parques, canchas de tenis, piscinas, servicio médico permanente, cine e internet, teléfono celular y hasta pueden hacer un asado con amigos o  familiares cuando se les antoja? ¿Tienen derecho a una vida "vip" después de las barbaridades múltiples que cometieron?

Indudablemente que esto no debe ni puede ocurrir o seguir ocurriendo. Estos presos deben estar en cárceles comunes como los restantes delincuentes privados de toda libertad y derechos y hacinados en celdas oscuras y húmedas, como es la realidad carcelaria actual chilena.
Cada vez que se toca este tema surgen voces militares que piden “una mayor lealtad” para compañeros de armas que “libraron a Chile de la hoz y el martillo”, cuando justamente fueron ellos los que quebraron la democracia, “contratados” por los acomodados de siempre y con la complicidad de EE UU,  utilizando todo tipo de armas para atacar a un “Ejército rojo" invisible o inexistente.
Fueron estos soldados los que vieron en su imaginación a  gigantes surgiendo en lo alto de la cordillera de Los Andes, como la mentira del Plan Z,  porque quienes opusieron algún tipo de resistencia tuvieron sus horas contadas, como fue  el caso del médico  Miguel Enríquez,  en 1974, o desaparecieron de la “faz de la tierra chilena” asilándose en alguna embajada o cruzando a lomo de mula la cordillera para hallar una puerta de salida hacia la libertad o al menos evitar el genocidio.  
Lo que los militares hicieron –chilenos que mataron a chilenos- está muy lejos de lo que ellos califican como “patriotismo” o "valentía"; lo que hicieron fue cobardía extrema, especialmente cuando violaban a mujeres embarazadas, torturaban a niños delante de sus padres  o asesinaban a sangre fría por la espalda a hombres y mujeres cuyo único pecado era pensar diferente.

Simplemente me avergüenzan las FF AA después de todos los documentos que hemos visto por televisión durante la conmemoración de los  40 años del golpe militar.

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