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martes, 21 de mayo de 2013

21-5-13-N°854

MENSAJE PRESIDENCIAL: MITOS Y REALIDADES


Por Hugo Latorre Fuenzalida

Ya es sabido que los mensajes al país son una mezcla de mitos y realidades. De afirmaciones sobre lo que se hace y lo que desea hacer; sobre lo que está en la letra grande y poco de lo que yace oculto en la letra chica.
Pero cuando es el último mensaje del período gubernamental, esta mistificación se agudiza.
Cuando asumió el presidente Piñera, señalamos en escritos difundidos de que la derecha llegaba al poder a hacer lo que sabe hacer: es decir buenos negocios.
Que si los chilenos eligieron a Piñera esperanzados en su capacidad de tomar decisiones audaces y provechosas, como de hecho lo hizo como empresario, no podemos menos que advertir que la derecha es la derecha y no se debían esperar prodigios de mutación moral mental ni social.
En fin, en estas  cuentas finales de los  gobiernos,  habitualmente se plantean realizaciones del pasado, del presente y del futuro,  pero dentro de las proyecciones de acción funcional a todos los organismos. No se podían esperar anuncios sobre los problemas sustanciales o estructurales del país. Eso hubiese sido como pedir peras al olmo, puesto que los gobiernos de los últimos 40 años se inscriben en un mismo pensamiento sociopolítico, del cual se sienten acríticamente satisfechos.
Todos estos informes o cuentas son esencialmente cuantitativos, justamente a falta de propuestas cualitativas, lo que hace muy monótono y predecible. Nada hay más fastidioso que sumar las cuentas de un rosario a medida que avanza la Novena.
Es cierto que el Presidente abordó muchos temas, como las de la energía y la educación, pero no dijo nada acerca de algo tan importante como la política minera, el trabajo, el desarrollo científico, la desconcentración del poder, la regionalización de los recursos, el tema ecológico, la concentración del poder, los problemas de tributación, la burla  de las restricciones constitucionales al lucro, la desigualdad estructural, etc. etc.
Porque una cosa es enunciar los problemas y otra muy distinta es proponer políticas para resolverlas. Esto último no se hizo, simplemente porque no lo puede hacer.
Los avances en el crecimiento económico corresponden a un ciclo fortuito que el Presidente no detalló, para ser sinceros y exhaustivos. No señala que este boom es parte por la tardía reconstrucción privada, por las inversiones mineras (que poco nos dejarán y mucho se llevarán de nuestro patrimonio), del flujo de capitales por el diferencial de tasas de interés (que es como vuelo de golondrinas de verano) y en alto nivel de consumo suntuario interno, que está llevando a un serio desequilibrio macroeconómico en las cuentas externas.
En fin, el Presidente no señala ninguna política para frenar (ni siquiera para reducir) los niveles de desigualdad. No se nombre una reforma tributaria ni recuperación de recursos en la minería, que son las únicas formas existentes para abordar el tema de la acumulación excesivamente concentrada, en cada vez menos manos.
Los avances cuantitativos en el PGB (producción territorial) son insinceros; otros  advierten que es la manera más bruta de medir la riqueza de un país, más cuando estamos insertos en una economía globalizada y tenemos una de las economías más transnacionalizadas del Orbe.
El concepto de “desarrollo” que sostiene el presidente Piñera,  asume  los puros guarismos cuantitativos de ingreso global; pero “desarrollo”, en términos académicos es un concepto mucho más exigente, multifacético e integral. Fuera del ingreso global, que es en lo único en que Chile podría acercarse a niveles de desarrollo intermedio, en lo demás de las exigencias de la categoría  “desarrollo”,  Chile está muy distante, más bien  a décadas y décadas de alcanzar niveles mínimos de desarrollo aceptable.  
La calidad de nuestros servicios de salud, educación, justicia, previsión, trabajo, recreación, están con rezagos de 20 años, para medio  ponerse al día con lo que ya tienen los países más avanzados del la OCDE, y  esto realizando un esfuerzo titánico de políticas públicas efectivas.
Nuestras capacidades en infraestructura es todos los niveles tienen deficiencias que tomarán décadas de trabajo e inversión acelerada. Nuestras capacidades en ciencia y tecnologías son tan precarias que más bien parecieran no existir….Nuestra capacidad productiva y competitiva industrial no sólo no crece, sino que pierde competitividad con otras regiones de reciente industrialización. Por eso es que somos un país de importaciones antes que de producción sustentada en un mercado productivo nacional y bien se sabe que  en esas circunstancia  se da la paradoja que resulta en ser a largo plazo la forma más cara de comprar barato. Sobre estos temas tampoco se dijo nada.
Como podemos ver…el concepto de avance del presidente Piñera se establece  sobre la base de lo que se tiene, es decir de los incrementos cuantitativos,  que son más productos de circunstancias inestables, aleatorias y circunstanciales, antes que permanentes, consolidadas y estructurales. De hecho, todas estos nuevos logros se financian con ingresos directos e indirectos del cobre, que es necesariamente fluctuante, porque hasta los impuestos de importación se cobran de la capacidad de compra que entrega el excedente minero.
Esto hace decir, que seguiremos siendo una economía primarioexportadora, consumidora de bienes industriales importados y con subdesarrollo de las capacidades internas, con predominio de consumo elitesco, y con cerrado dominio oligopólico del mercado nacional.
Es decir, nada nuevo sobre el horizonte.

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