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lunes, 18 de marzo de 2013

SOCIEDAD-PSICOLOGÍA
EL ALCOHOLISMO Y SU REALIDAD EN CHILE 
Por Jessika Krohne
 www.psicología Global
En el mundo existe conciencia de que el alcoholismo es una enfermedad  grave, tanto por los daños que provoca a los individuos como los que ocasiona en la sociedad y pareciera que después de la aplicación de la ley tolerancia 0, la gente tuviera más conciencia de esta problemática.
El alcoholismo es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol etílico, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo, y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.
Acuciosos estudios epidemiológicos nacionales han señalado que la cifra nacional alcanza el 12,6 % de alcohólicos en nuestro país, lo que resulta de por sí alarmante y excesivo, porque se piensa que un alcohólico es un sujeto permanentemente embriagado, deteriorado, es decir en la etapa crónica o terminal. Para ser estrictos en el uso del concepto, además de estos individuos debe considerarse como alcohólicos a aquellos sujetos que se encuentran en una etapa anterior - evolucionando hacia el deterioro - pero igualmente adictos, a pesar de que ellos sean menos manifiestos porque disimulan su enfermedad.

En ambos casos los pacientes tienen necesidad de estar ingiriendo alcohol en forma diaria o bien periódica: en algunos meses del año, fines de semana, o en las tardes. En cualquiera de estas situaciones, los sujetos generalmente llegan al estado de embriaguez o semi- embriaguez debido a que padecen de un apetito de alcohol muy  intenso, compulsivo, que no desaparece con la ingesta de una o dos dosis diarias, como ocurre en el sujeto normal, como manifiesta el Dr Julio Palavicini.

Existen tratamientos para combatir el alcoholismo, unos más efectivos que otros, pero si no está la voluntad por parte del paciente, los pronósticos no son positivos.

Uno de los métodos de tratamiento contra el alcohol es la técnica de utilizar sustancias que crean aversión al consumo provocando una reacción negativa que lleva a la persona a desarrollar miedo al beber. Un ejemplo es el Disulfiram que se utiliza desde 1945 y se presenta en tres opciones: puede ingerirse vía oral como pastillas comúnmente denominadas Antabuse; en versión inyectable y en pellet, cápsulas que se aplican a través de una pequeña incisión en el abdomen y se disuelven en el torrente sanguíneo en forma paulatina.
Las formas de consumir el medicamento tienen diferente efectividad y duración. "Las personas que consumen Disulfiram en forma oral están cubiertos unos dos o tres días por el fármaco, la versión inyectable tiene una duración de tres o cuatro meses y en el caso del pellet, hablamos de ocho meses a un año", explica el psicólogo experto en adicciones Osvaldo Araya.
Araya explica que el pellet es el más popular, pero se recomienda más comúnmente el uso del fármaco en forma oral. El problema en la ingestión vía pastillas es que los pacientes pueden dejar el remedio un par de días si quieren beber, engañándose a sí mismos y al entorno, por lo que muchas veces los médicos encargan a la esposa o a un pariente el suministro del medicamento, asegurando la continuidad del tratamiento. Es por eso que la voluntad del paciente es esencial, para que el tratamiento sea exitoso. Además se requiere de mucha motivación y la total convicción de que se quiera salir del estado alcohólico. Por eso también es tan necesario complementar el tratamiento farmacológico con una terapia, donde se puedan trabajar los objetivos y metas a corte y largo plazo y también en la motivación para no interrumpir el tratamiento.

Según Araya, es necesario tener claro que el disulfiram se trata sólo de un fármaco y no de la solución al problema. "Yo no conozco ningún fármaco que resuelva problemas y el pellet no es la excepción. Es un apoyo y el verdadero tratamiento es el que se realiza a nivel de los procesos psicoterapéuticos individuales y grupales", apunta.


 

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