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martes, 20 de noviembre de 2012

Escándalo de la red de Prostitución
CHILE VA PERDIENDO SUS VALORES MÁS FUNDAMENTALES
Por Walter Krohne

Con estupor y vergüenza hemos conocido el caso de la red de prostitución infantil instalada en el centro de Santiago dejando al descubierto una forma perversa de explotación de la miseria humana en beneficio de inescrupulosos que han hecho pingües ganancias, explotando sexualmente a menores de edad. Esto nos está dando voces de alerta de que los valores humanos en Chile están bordeando el suelo amparados por un sistema consumista que invita a quienes tienen ingresos suficientes a pasar tardes enteras cometiendo ilícitos con jovencitas de poblaciones pobres que son explotadas a destajo por los dueños de burdeles a cambio de un sexo que ni ellas mismas saben lo que realmente hacen.

Es espantoso escuchar los relatos en el tribunal, que entretando ya han dado la vuelta al mundo, sobre la llegada a esas casas clandestinas de algunos clientes ricachones o influyentes personajes del empresariado y de la política pidiendo ser atendidos por niñas vírgenes por la cuales pagaban hasta 500.000 pesos (unos mil dólares). Las pobres niñas, para que no sintieran dolor,  producto del maltrato físico y psíquico a las que eran sometidas, se les hacía ingresar drogadas por los encargados de los burdeles a los cuartos donde esperaban los clientes embrutecidos por sexo, como si fueran comensales de un patio de comidas que llegaban pidiendo un “lechoncito o un corderito tierno”.

Ciertamente todas estas historias son espeluznantes y denotan una horrorosa pérdida de los valores humanos surgiendo a cambio un egoísmo atroz, una desverguenza y una falta de solidaridad que no tienen nombre o no se conocían en el Chile de antaño.

¿Qué les importó a estos clientes dañar física y psíquica de por vida a estas niñas indefensas? ¿Cómo puede existir tanta cobardía y mala leche?

Una relación sexual “simple” costaba $ 50.000 (US 100) y la jovencita que atendía al eventual cliente recibía sólo $15.000 (US$ 30). Para ellas eran sumas que les permitían llegar a sus casas y hacer algunos aportes familiares para paliar así un poco la pobreza a la que están acostumbradas. Cuándo se le preguntaban que de dónde obtenían el dinero, contestaban que “trabajaban como promotoras”.

Supimos y conocimos en el tribunal a viejos decrépitos que llegaban a estas casas ubicadas en San Isidro y Lira no para tener sexo sino simplemente para mirar como verdaderos degenerados de cómo dos jovencitas hacían el amor entre sí. Y para eso pagaban.

El Chile de hoy, a pesar del crecimiento económico y del casi pleno empleo de lo que se vanagloria la derecha, es un país que se está degenerando y va en decadencia. Es una demostración más de que la materialización de las forma de vida, caracterizada por un capitalismo extremo, el consumo desorbitado y el logro con dinero de soluciones a los problemas de la vida, es una vía equivocada que nos llevará como sociedad al precipicio.

Lo de esta esta red de prostitución es sólo un ejemplo que fue descubierta después de operar durante 19 años (desde 1993) y sus implicados, sólo 16, han terminado en la cárcel. ¿Cómo nunca nadie se dio cuenta de que en las direcciones anotadas, en pleno centro, habían burdeles que estaban matando en vida a menores de edad?

Pero también está la pregunta de …¿cuántas otras redes habrá en Santiago y en Chile? Es lo que no se sabe.

Ya tenemos el problema del narcotráfico que abastece a un sinnúmero de adictos repartidos en todas las esferas, especialmente en los sectores altos y ricos. Todos consumen sin temor y creyendo que están en su derecho. Las policías no dan abasto, además de que también están contaminadas y a menudo se descubren redes de narcotráfico en sus filas, como el reciente caso que involucró a la PDI con agentes que persiguieron al microtráfico para obtener beneficios personales y muchas ganancias, para lo cual aplicaron la tortura e hicieron numerosos allanamientos ilegales en los cuales se hacían de la droga.

Más al fondo está la corrupción descubierta en el mismo Palacio de Gobierno con el caso sobreprecios que es otro ejemplo de hasta dónde pueden llegar las cosas. Cargamentos de droga incautadas han desaparecido de organismos oficiales sin dejar rastros. Las investigaciones y sumarios administrativos se multiplican, pero al momento de hallar responsables son pocos los que realmente caen en las redes, porque los peces gordos permanecen impunes.

¿Estamos en Tailandia o seguimos en Chile?

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