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martes, 16 de octubre de 2012

CUBA: ¿UN NUEVO RENACER EN UN ESCENARIO MUNDIAL DE CONFLICTOS SOCIALES Y POLÍTICOS?

Por Walter Krohne

Raúl Castro, con sus 81 años, no es el mismo revolucionario, el comandante y líder que fuera su hermano Fidel, hoy de 86. Sin embargo, sus impactantes reformas no han dejado de concentrar las miradas del mundo por su esmero permanente de evitar que la nación “roja” del Caribe, como la definió en su momento el capitalismo estadounidense, cayera en un precipicio como consecuencia de un descalabro económico total. Esta es la labor que realiza Raúl Castro desde que asumió la Presidencia de Cuba en febrero de 2008.

Tuvo que cerrar los ojos en largos episodios, debates y reuniones en los centros de poder de la isla, especialmente frente a los dirigentes más ortodoxos, para introducir de alguna forma la economía privada y terminar así con el desgaste que significaba mantener una economía ciento por ciento estatal y subsidiadora que iba a terminar derrumbando el régimen al quedar en la bancarrota,  como ya ocurrió en casos similares en gran parte del resto del mundo socialista. Fidel comenzó a guardar silencio y evitó entrometerse en las discusiones sobre el camino a seguir, sin que hoy se escuche su voz o se conozcan nuevos escritos suyos, tanto así que hace una semana hasta se le daba por muerto.

Fidel cedió el poder por su avanzada edad y sus dolencias, pero tampoco hubiese estado dispuesto a impulsar los ajustes y reformas necesarias con olor a “capitalismo” lo que para él era el peor antídoto a su régimen socialista. Así comenzaron a abrirse paulatinamente las puertas en diferentes sectores, como por ejemplo permitirle a los cubanos la creación de pequeños negocios y también empresas como aceptar el mecanismo de la oferta y la demanda hasta los cambios radicales que se producirán a partir de enero de 2013 en materia de política migratoria,  que les permitirá a los cubanos salir cuando quieran y por el tiempo que quieran de la isla, como se anunció hoy en La Habana.

Las primeras reformas en Cuba comenzaron en marzo de 2008 al ponerse fin a la prohibición que impedía a los cubanos alojarse en los hoteles para turistas extranjeros de la isla. Igualmente en junio del mismo año Castro firmó un decreto de entrega de tierras ociosas en usufructo, con la intención de dinamizar la agricultura y así reducir las importaciones. La venta libre de electrodomésticos, computadores y teléfonos celulares vino también de inmediato.

Estos primeros pasos se apoyaron, en 2009, en la reforma de la Ley de Seguridad Social que elevó la edad de la jubilación a los 60 años para las mujeres y 65 para los hombres, la eliminación del tope salarial, la implantación del pluriempleo y permitiéndo a la población acceder a Internet.

Tres puntos ampliaron las posibilidades de los cubanos que habían aceptado ya “el capitalismo occidental moderado” como motor de un desarrollo a largo plazo: 1.- En agosto de 2010, Raúl Castro anunció la reducción progresiva de las plantillas estatales; 2.- la ampliación del trabajo por cuenta propia; y 3.- puso en vigor la reforma laboral que acabó con el "igualitarismo" salarial.

En 2011 comenzó la reducción de 500.000 puestos de trabajo estatales para permitirle “un respiro económico profundo” al aparato del Estado. El proceso se ha cumplido aunque con retrasos, pero al otro extremo, en marzo de ese mismo año, 171.000 cubanos tenían ya un trabajo o sustento por cuenta propia.

Durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba de este año, Raúl Castro relevó a su hermano Fidel como primer secretario y se aprobó un plan de reformas económicas y sociales, adoptándose luego medidas como la legalización de la compra-venta de automóviles y de viviendas entre particulares. En forma paralela se autorizó el crédito bancario al sector privado para dinamizar el trabajo autónomo, la producción agropecuaria y la rehabilitación de viviendas.

La cartilla de racionamiento, un elemento típico de la estructura económica del socialismo duro, se está eliminando paulatinamente, sacando de ella diversos productos que hoy se comercializan en negocios privados o particulares, como patatas, el tabaco o artículos de higiene, como confirmó hoy la agencia Efe desde La Habana, pero no así productos como el arroz, los porotos, azúcar, pollo, pescado, huevos, café, aceite o pan, que se mantienen en la mencionada cartilla.

Este proceso nos permite comprender que los países pueden modificar sus esquemas revolucionarios para ir adaptándose a nuevos tiempos y nuevos desarrollos, donde los gritos de libertad y participación de parte de los pueblos se escuchan fuertemente. Es el caso hoy, al revés de lo que ocurre en Cuba, la protesta mundial por un cambio radical en el actual modelo neoliberal en que los bancos y empresas financieras llevan la batuta sin preocuparles para nada los intereses e ideales de una nueva democracia que han surgido en Europa, Estados Unidos, en algunos países musulmanes, América Latina y puntualmente también en Chile. Ya no interesa quien lleva la bandera del liderazgo dentro de estos movimientos, sino lo único que la gente espera es un mayor bienestar y no seguir viviendo enclaustrados mientras los ricos derrochan el dinero que también pertenece a los pobres.

Hay que reconocer que la tarea cumplida por los grupos defensores de los derechos humanos en Cuba es imitada hoy en cierta forma por los movimientos de "los indignados" en el mundo capitalista o de los reformistas en el mundo árabe, aunque la labor cumplida por los grupos cubanos no tiene comparación alguna, porque las luchas internas dadas al interior de la isla caribeña tienen su propia historia con grandes luchadores que estuvieron dispuestos a todo,  a pesar de las encarcelaciones, persecuciones y las víctimas fatales que suman listas casi interminables en más de sesenta años.

El proceso cubano tendrá también efecto hoy en Estados Unidos, país que mantiene un bloqueo económico de varias décadas contra Cuba. Es un tema que influirá igualmente en la actual campaña presidencial en la que la extrema derecha apoya al candidato Mitt Romney, republicano, que prácticamente cierra todas las posibilidades a una normalización de las relaciones entre ambas naciones, y los demócratas con el actual presidente Barack Obama de quien todavía se pueden esperar algunas acciones mucho más conciliadoras en el agitado Mar Caribe. El tema saldrá seguramente a la luz esta noche en el segundo debate presidencial que enfrentará a ambos candidatos en Nueva York.

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