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jueves, 13 de septiembre de 2012

PARTICIPACIÓN ELECTORAL ES LA PRIMERA CONDICIÓN PARA PODER CAMBIAR A CHILE

Por Walter Krohne

En perspectiva las elecciones municipales no aparecen  como un indicador importante sobre lo que podría llegar a pasar en las presidenciales, como contrariamente opinan algunos analistas, porque ambas contiendas son diferentes en su forma y con intereses también distintos. Las primeras tienen en ciertas comunas una gran influencia netamente regional o local, mucho más que la de los partidos políticos. La relación entre el alcalde o los concejales con los electores, especialmente en comunas agrarias, es a veces más estrecha o cercana que la que pueda existir con los partidos.

Si hay partidos que tienen posibilidades concretas de obtener ganancias importantes en las municipales eso no significa que puedan conseguir lo mismo en las presidenciales, donde están en juego otros intereses, ya de tipo nacional, en las cuales la competencia entre partidos es también mucho mayor.

A esto hay que agregar el interés que los electores tienen en las elecciones municipales y en la presidencial. Ya muchos han declarado que no irán a votar en octubre pero que si lo harán en noviembre de 2013. Una encuesta de la Universidad Diego Portales lo dice clarito: Así, del total de quienes señalaron que no participarán en las elecciones municipales de octubre, un 68,7% corresponde a nuevos electores y 31,1% a antiguos. Frente a la Presidencial, sin embargo, las cifras son algo distintas: Mientras el 63,3% de los encuestados dijo estar dispuesto a participar en octubre, la cifra se eleva a 68,7% en la presidencial. También cambia el porcentaje de quienes no participará en las presidenciables (20,8%) que disminuye en comparación con quienes no lo harán en octubre (28,4%).

Esto no significa que las municipales no supongan desafíos para los partidos políticos, especialmente en comunas emblemáticas de derecha o izquierda o de dominio comunista. Es suficientemente claro que la derrota de los partidos estará en las comunas en las que pierdan un dominio histórico. Un ejemplo puede ser Providencia donde la UDI ha mantenido el control de esta comuna en las buenas y en las malas, habiéndose transformado en un verdadero bastión del pinochetismo con su alcalde Cristián Labbe, con 16 años en el cargo. Esto no significa, sin embargo, que en una presidencial la UDI pueda hacer en esta comuna, con absoluta certeza, un aporte contundente al triunfo del udiismo o de la alianza. Las cosas pueden cambiar dependiendo del candidato que lleve la derecha o el de la izquierda.

Si la ex presidenta Michelle Bachelet decide finalmente retornar y aceptar el nuevo desafío presidencial, la derecha tendría una perspectiva totalmente diferente a que si la ex mandataria resolviera quedarse en Nueva York para seguir trabajando para las Naciones Unidas.

Por muy desvinculada que Bachelet arribe a Chile en relación a la contingencia nacional -será el momento en que los candidatos de la competencia tratarán de destruirla políticamente-, la figura en si, carismática, simpática, inteligente y popular, podría llegar a anular fácilmente todo tipo de estrategias aliancistas. A esto se agrega el descontento nacional que reina en todos los sectores, especialmente en aquellos de menores recursos, con grandes injusticias, maltrato laboral y graves problemas sociales que originan una desigualdad con tasas que son utilizadas internacionalmente en universidades para mostrar el fracaso evidente de un modelo que no es viable en un país con la diversidad de problemas que tiene Chile, partiendo por la educación.

El gran tema de las presidenciales, a diferencia de las municipales, será, como dice el analista Guuillermo Holzmann, “la percepción ciudadana de que el Estado ha prometido desarrollo, cambio y mejores condiciones de vida y eso no se está entregando”.

La gran masa de ciudadanos quiere que el próximo Gobierno haga cambios fundamentales tanto políticos como económicos que le permitan vivir sin el permanente y casi obligado endeudamiento, donde se controlen ciertos precios de productos básicos como medicamentos, alimentos y servicios como gas, luz y agua.

La gente se siente hoy desprotegida con promesas incumplidas, especialmente en la salud, en la vivienda y en la educación. ¿Cómo es posible que una familia trabajadora de la clase media deba vivir permanentemente endeudada para poder subsistir? ¿En qué mundo estamos?

Para estos cambios fundamentales, como lo hemos visto, no está dispuesta la Alianza que sigue al pie de la letra los dictados de Jaime Guzmán, quien recibió órdenes perentorias de Pinochet de asegurar a la clase alta y capitalista hasta el final de sus días. Es decir al país se le asignó dueños que hoy son los que controlan el capital nacional y casi no pagan impuestos.

Es por esta razón que, tanto en las municipales como en la presidencial, el papel de los movimientos sociales será fundamental en la medida en que sus dirigentes y seguidores estén dispuestos a concurrir a las urnas en octubre de 2012 y en noviembre de 2013. Este podría ser el primer paso real para ir cambiando a Chile.

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