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miércoles, 20 de junio de 2012

¿ES POSIBLE VIVIR EN EL MUNDO  CON 382 DÓLARES MENSUALES? EN CHILE SE PUEDE SI O SI

Por Walter Krohne

El sistema económico actual imperante en Chile es profundamente injusto y sus conductores deben tener una piel muy gruesa como para adoptar medidas que huelen a más miseria y desolación de grandes grupos de la sociedad chilena.

Proponer un aumento del salario mínimo de sólo $9.000 (18 dólares) para llegar a 191.000 pesos mensuales (US$ 382) es una burla mayúscula. ¿Quién puede vivir con esta suma en países que se llaman emergentes del mundo?

Nos hablan casi todos los días que Chile es un país casi blindado ante una crisis mundial o al menos que está capacitado para soportar los peligrosos vaivenes de los mercados; que en pocos años más tendremos un ingreso per cápita de $20.000 dólares; que somos el mercado de consumo interno que más automóviles compra; que nuestras frutas y vinos son preferidos en el extranjero; que los observadores económicos están enamorados del modelo chileno y que el crecimiento no bajará este año de 4%.

¿Para qué le sirven estos datos a los pobres que deben conformarse sólo con mirar a diario las estanterías de los supermercados o los mesones de las carnicerías con ojos güeros y tragando saliva?

Este modelo del nuevo capitalismo nos llevará a una rebelión social en muy poco tiempo. Estoy seguro. La situación de los pobres ya no da para más. Mucho hablará el ministro Joaquín Lavín que los pobres viven mejor hoy que ayer, pero parece que no ha tenido tiempo para pasar por el barrio de la Asistencia Pública en Santiago donde al oscurecer, en las frías y húmedas noches del invierno, se pueden apreciar decenas de cuerpos que se protegen de la ventisca con cartones y frazadas que les regalan algunos transeúntes. ¿Dónde está el ministro a esa hora? ¿En su casa con la calefacción encendida?

Después hablamos de solidaridad y de integración, cuando ni siquiera se ha conseguido resolver el problema de los mapuches, donde la sangre sigue corriendo como en el antiguo oeste estadounidense, o el de la educación o el de la misma salud, con servicios infectados, hediondos y donde en su interior se ve la miseria misma. Nadie está pidiendo clínicas “Las Condes” o “ Alemana’s” de cinco estrellas, pero si recintos normales y decentes donde al menos se pueda respirar sin problemas y los enfermos puedan atenderse sin tramitaciones innecesarias y tardanzas.

Hasta cuándo vamos a transmitir una imagen falsa al exterior de un Chile que ha surgido casi de la nada para situarse entre los más emprendedores del mundo y con muchas ambiciones, por parte de algunos, de poder quedar en poco tiempo a la altura de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Hoy leemos en la prensa santiaguina que el Presidente Sebastián Piñera se reunió con los principales líderes en el G-20 en México, entre otros con la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente de Francia, François Hollande, y Mario Monti, primer ministro italiano, para explicarles “el éxito del modelo económico”. No es soprendente que los tres lo miraran con curiosidad, como lo muestran algunas fotografías.

Porque en realidad deberían explicarnos ¿a quién o quiénes favorece el modelo chileno cuando el 90 por ciento de los chilenos vive al tres y al cuatro, una gran parte de estos últimos padece de profundas frustraciones, depresiones y endeudamiento? No olvidemos tampoco que un sector importante de los trabajadores seguirá “viviendo” con el salario mínimo de 382 dólares (sin contar teóricamente que por separado deberían pagar la educación de los hijos, el alto costo del transporte público y la salud).

Lo lamentable es que la élite, en la que se cuenta también parte de la clase política, parece no darse cuenta del “tipo de sangre” que está circulando por las venas chilenas. Hay mucho odio y descontento, porque no se puede vivir con un ingreso que da miedo. Pero, aunque se den cuenta, tampoco podrán hacer otra cosa porque los empresarios y los que manejan el capital no se los permiten, ellos son los verdaderos dueños de Chile. Los políticos no pueden salirse ni un milímetro de lo que el modelo indica. Tampoco les permite moverse en los asuntos que tienen que ver con las reformas políticas, porque si no existiese el binominal, al menos tendríamos la posibilidad de inclinarnos a votar por los candidatos que nos propongan cambios verdaderos o creíbles frente al modelo imperante. Sin embargo, habrá que seguir votando por los “apernados” de siempre, que han pasado los 22 años o gran parte de la vuelta a la democracia chilena anclados en la política y en cargos parlamentarios o municipales.

Pero mientras tengamos senadores como el UDI Jovino Novoa, estamos “salvados” porque está convencido que el sistema electoral binominal “es legítimo dentro de una democracia”, es decir él está de acuerdo que sepamos anticipadamente, antes de la elección, quienes serán los diputados o senadores electos.  

¿Son a estos extremos de la derecha dura a los que está dispuesto a ayudar el socialista Camilo Escalona?

¡La verdad que a esta altura ya no entiendo nada de nada!

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