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lunes, 28 de mayo de 2012

EL FANTASMA DE LA POBREZA EN LA ECONOMÍA CHILENA.


POR HUGO LATORRE FUENZALIDA


Nuevamente la encuesta CASEN viene a poner en jaque a la “ufana” economía chilena, inmersa en un modelo de acumulación extremadamente concentrador de riqueza y expropiatorio del patrimonio social y nacional, además de ser incapaz de instalar bases de redistribución. Y no es que no se pueda resolver el tema de la equidad básica. …¡Simplemente no se desea hacerlo!

El capitalismo es necesariamente concentrador, lo ha sido de manera histórica; pero los países más desarrollados, sobre todo los de Europa, se las han arreglado para establecer una sociedad de bienestar y seguir sustentando una economía capitalista balanceada y competitiva.

Hablo de las sociedades tradicionalmente industrializadas: Inglaterra (que ha desmejorado su equidad, pero aún la mantiene a niveles decentes), Alemania, que es el coloso de Europa y fue capaz de resolver el problema de pobreza con una nación agregada, como fue la de Alemania Oriental, sin afectar el crecimiento ni el estatus económico de la República Federal; Francia, que ahora comienza a flaquear en sus bases de competitividad capitalista y de equidad interna, pero justamente le acontece esto por asumir políticas neoliberales y descuidar las bases de competencia industrial y tecnológica; es decir por pensar a corto plazo (propio del ideario neoliberal y de mercado) y no en estrategias de largo plazo, como antes lo hizo la vieja Francia y como lo sigue haciendo Alemania.

Podríamos seguir con Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca y Holanda. Por esos rumbos es que anda el destino más cercano del proyecto modernizador del capitalismo avanzado, pero no por este modelo aplicado luego de la crisis de los 70 y 80, que más que una estrategia racional parece una salida desesperada de náufragos que hunden a sus compañeros de desgracias para arrebatarle los maderos a los cuales se podrían asir, con tal de salvarse.

La racionalidad, la ética económica y la lógica universal del desarrollo han desaparecido. Todos contra todos, parece ser el lema de los agentes privados de la economía mundial. Los poderes transnacionales se “engavillan” para succionar las riquezas de los países menos prevenidos, sin aportar en nada a su propio desarrollo, todo esto con la connivencia culposa de los dirigentes de los países subdesarrollados, que han resignado el deber para con los propios en aras de un espejismo de bonanza, que necesariamente se borrará como un mal sueño cuando despierten a la realidad de eso que puede juzgarse por muchos chilenos como un gran error; mejor como una gran estafa o como una gran traición.

Las dirigencias de los países menos desarrollados, como Chile, se han embarcado, sin distingos ideológicos, en una aventura de la cual es ya tarde para retornar, en el caso de sus particulares protagonismos políticos. Han arrastrado a estos países a vivir de los recursos naturales, pero de manera marginal y minimalista, pues han entregado una inmensa riqueza a las manos depredadoras de los consorcios mundiales, sin velar por resguardar y asegurar un beneficio nacional mínimo para sus pueblos, que son finalmente los reales propietarios de esa riqueza, pero que esta élite se ha encargado de regalar a cambio de canonjías y prebendas que benefician exclusivamente a sus círculos políticos y familiares.

Esto explica de porqué en tiempos en que hemos sido bendecidos con una riqueza inesperada, producto de las dotaciones de nuestro territorio, la pobreza sigue aumentando y no se encuentran vías ni argumentos para sacar adelante a nuestras naciones.

La verdad es que con la riqueza que se ha explotado en Chile en los últimos treinta años, deberíamos haber salido del atraso social y humano, incluso con mínimo ingenio desde el Estado para administrar esta bonanza. Pero como se decidió regalar esa riqueza, aquí estamos, recibiendo estas cifras que avergüenzan (si la vergüenza fuera una condición aún posible en nuestros líderes) y nos entretenemos en discutir quién será el próximo de estos falsarios y entreguistas que nos gobernarán.

No por casualidad están los políticos caídos en la antesala del infierno del ideario moral de nuestro pueblo. Los empresarios no lo hacen mucho mejor y ya vemos que más que desarrollar al país, lo estafan de la mañana a la noche, porque los escándalos que se destapan no son todos los que están….Hay mucho más agua que corre bajo el desierto moral, que es Chile, de la que se hace visible en los escándalos que serpentean por nuestros valles transversales, contaminando las napas que deberían nutrir nuestro desarrollo humano y económico (basta con revisar las evasiones y elusiones tributarias y la legislación que les avala).

Esto que parece una visión catastrofista, es en verdad muy catastrofista…,y sin atenuantes, pues ya hemos tenido bastante dieta con aceite de víbora, como para seguir creyendo que las “instituciones funcionan”, que “somos gente seria”, que en el mundo “nos respetan”, que “cumplimos con nuestros contratos firmados” y todas esas palabrerías, más propias de sacristanes que roban de las velerías que de estadistas serios y respetables.

Se culpa al alza de los alimentos, pero la culpa es la baja real y comparativa de los salarios que vienen desmejorando de manera sistemática si se les compara con la indexación implacable de todas las áreas formales de la economía nacional. Ahora se le agrega el tema del alza desmedida de los alimentos, lo que hace que el IPC de los pobres supere el 10%, mientras los reajustes andan por menos de la mitad de esta cifra.

Estos incrementos de la pobreza se deben a que la gente que se dice que han sacado de la pobreza o que ha superado su situación de pobreza, lo hace sobre indicadores inapropiados, pues miden una pobreza puramente fisiológica. Lo que acontece es que esa gente que supera la pobreza con estos indicadores, permanece residiendo en la frontera de la pobreza, metritos más, metritos menos, pero siguen siendo pobres fronterizos. Es por eso que ante la menor brisa caen nuevamente, como convalecientes que nunca se recuperan del todo de ese mal.

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