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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los hombres que limitan a Dilma Rousseff

Por Veronica Smink
BBC Mundo

Con menos de nueve meses en el poder, Dilma Rousseff ya cambió a cinco ministros.

Cuando asumió el mando de la primera economía de América Latina a principios de año, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, enfrentó todo tipo de especulaciones respecto al poder que ejercería sobre ella su antecesor y exjefe político, Luis Inácio Lula da Silva.

La nueva jefa de Estado logró demostrar en poco tiempo que no estaba limitada por su antiguo mentor. Dilma -como es conocida en Brasil- anunció un fuerte recorte del gasto y se mostró cercana a uno de los principales rivales de Lula, el ex presidente socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.

Pero la principal señal de independencia que dio la ex delfina de Lula fue una campaña de limpieza anticorrupción que determinó el alejamiento de varios ministros que la mandataria había heredado del gobierno anterior.

Con menos de nueve meses en el poder, Dilma ya renovó las conducciones de cinco ministerios. Cuatro de los funcionarios salientes se fueron por denuncias de mal uso de recursos públicos y sólo uno debió dimitir por cuestiones políticas.

La salida del ministro de Turismo, Pedro Novais, la semana última, fue la más reciente de una seguidilla de cinco renuncias en el gabinete en menos de 100 días.

Todo empezó en junio pasado, cuando el principal asesor de Rousseff, Antonio Palocci, ministro jefe de la Casa Civil –o jefe de gabinete- debió dimitir en medio de denuncias periodísticas de que multiplicó por veinte su patrimonio cuando fue diputado federal antes de tomar el cargo en el Poder Ejecutivo.

Palocci, un histórico miembro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), quien había sido ministro de Finanzas durante el primer gobierno de Lula, fue reemplazado por la senadora Gleisi Hoffmann, a quien Rousseff habría elegido por su eficiencia, una característica que muchos destacan de la propia presidenta.

Antonio Palocci
Las limitaciones de la mandataria comenzaron a hacerse evidentes a partir del segundo escándalo que detonó en el seno de su gabinete, cuando el ministro de Transporte, Alfredo Nascimiento, renunció luego de que la prensa revelara un supuesto esquema de corrupción en esa cartera.

Según las acusaciones, Nascimiento habría cobrado sobornos a empresas constructoras para favorecer las arcas de su agrupación política, el Partido de la República (PR).

La polémica representó un dilema político para el gobierno, aliado del PR. Pero Rousseff logró mantener el balance del poder nombrando como reemplazante del funcionario a otro miembro del PR, el economista Paulo Sérgio Passos, quien ya había ejercido como ministro de Transporte.

Resuelto ese problema, la jefa de Estado debió hacer frente poco después a un desafío aún mayor: en agosto y septiembre renunciaron, respectivamente, el ministro de Agricultura, Wagner Rossi, y Novais, el responsable de Turismo.

Ambos políticos, que fueron acusados de corrupción, pertenecen al poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor aliado de la coalición gobernante y el principal sostén del gobierno en el Congreso.

Michel Temer
José Sarney
Por ello, la salida de estos funcionarios y su eventual reemplazo no quedó al libre criterio de la presidenta, quien debió consensuar con los dos hombres fuertes del PMDB: el vicepresidente, Michel Temer, y el jefe del Senado (y por ende líder del Parlamento), José Sarney.

Para algunos analistas, Temer y Sarney representan un verdadero límite al poder de la mandataria y son las figuras que más constriñen su campaña anticorrupción.

Sarney, quien fue presidente de Brasil entre 1985 y 1990, enfrentó en los últimos años sus propias denuncias de mal uso de dinero público, lo que representó un fuerte dolor de cabeza para Lula, quien defendió su permanencia a pesar de los pedidos de que sea removido.

Ahora Rousseff también estaría enfrentando críticas por culpa de Sarney, quien –según la prensa- tiene fuertes vinculaciones con el diputado Gastao Vieira, el hombre designado como nuevo ministro de Turismo.

Vieira carece de experiencia en el sector turístico, algo muy cuestionado en Brasil ya que esa cartera estará a cargo de organizar dos de los proyectos más importantes y ambiciosos del país: el Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpíadas de 2016.

La presidenta también habría dejado en manos de su vice, Temer, el nombramiento de otro puesto clave, el del nuevo ministro de Agricultura.

El elegido, el diputado Jorge Mendes Ribeiro Filho, llevará las riendas del gigante agropecuario, el segundo productor mundial de alimentos.

Según el experto en relaciones internacionales William Gonçalves, los límites a los que está expuesta la gobernante del PT tienen su origen en el sistema partidario brasileño.

Gonçalves dijo a BBC Mundo que este sistema obliga al gobierno a depender de alianzas para tener mayoría en el Congreso, lo que explica la enorme influencia que tienen Temer y Sarney.

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