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viernes, 23 de septiembre de 2011

EDUCACIÓN CHILENA: LA LOCE Y LA LEGE, SON LA “ENU”*, PERO A LA INVERSA

Por Hugo Latorre Fuenzalida

La tan combatida ENU, de tiempos de la UP, ha sido impuesta, pero desde la otra trinchera, por los neoliberales, mediante la LOCE y la LEGE que contienen la misma lógica de instrumentalización ideológica de la educación.

Las reformas a la educación siempre han despertado profundas conmociones y gran participación de la ciudadanía, sobre todo cuando estos temas sobrepasan los simples ajustes y entran en la categoría de reformas mayores. En la época de Frei Montalva se hizo una reforma profunda de la educación, pero no fue traumático, debido al consenso que existía de nuestro retraso ante elementos fundamentales de la teoría y de la práctica educativa. Más bien fue una puesta al día, como el aumentar los años de la educación básica obligatoria y diferenciar los años finales de la educación media, dar nuevo estatus a la educación superior técnica, etc.

La ENU de Allende
Pero cuando la Unidad Popular estuvo en el poder y se propone la “ENU” (Educación Nacional Unificada), que tuvo elementos rescatables, como el coordinar más estrechamente un sistema altamente segmentado entre educación básica media y superior o el apuntar hacia un modelo de educación sintonizado con los desafíos del país, la exposición de sus principios trajo consigo una marea de protestas. De hecho, cuando en su declaración de principios o manifiesto se propone adecuar la educación a una “sociedad socialista y popular” y poner bajo la misma férula del estado a los colegios y universidades privadas, manejadas por la Iglesia Católica, entonces ardió Troya.

En un ambiente político tan polarizado y donde las desconfianzas ideológicas y estratégicas, ante un gobierno de declarada postura marxista, se sentían como sobre la piel erizada de un tigre, cualquier reforma, más al tratarse de una propuesta como la ENU, constituía un argumento suficiente para desenterrar las hachas de guerra de manera definitiva.

Sin embargo el gobierno de Salvador Allende tuvo la sensatez de desechar su propuesta y buscar reformas menores y de consenso.

Cuando la dictadura de Pinochet y la derecha (que hoy nos gobierna en esta especie de “democracia tutelada”) ya se encuentran en las postrimerías de su régimen, seguramente fruto de una pesadilla de alguno de sus dirigentes más antiguos, le agrede el fantasma de la ENU. Entonces hacen firmar a Pinochet la famosa LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Educación), cuya finalidad es sacar del aparato central del estado la conducción de la educación y desparramarla entre los municipios para que cada uno tenga autonomía de hacer lo que quiera con este juguete, con tal que no vaya a resurgir este fantasma de la ENU, en las próximas generaciones de políticos aventureros.

Presidente Piñera presenta sus planes en la
educación 
Así es el miedo que se le tiene a la educación. No es cosa trivial, es un terror detestable. Es que algo hay en esta área de la actividad del Estado que se percibe como fundamental y no se deja tomar como botín de guerra por el enemigo. En los tiempos de la UP, este país vivió una enemistad belicosa; la batalla social era de carácter agonal; ahí nada quedó fuera, ni siquiera las relaciones familiares. Las ínfulas estatistas del régimen allendista eran claras y explícitas.

Pero, en contraparte, las pulsiones privatizadoras y anti estado del pinochetismo derechista y neoliberal no dejaron sombra de dudas respecto a sus teorías y sus prácticas. Desde temprano le negaron financiamiento a las universidades y recortaron el sueldo a los profesores, o simplemente le robaron parte de sus fondos, cosa que ni los de la Concertación reversaron; les bajaron los presupuestos a la educación pública, cerraron el pedagógico y las escuelas normales. En fin, arrasaron, así como los nazis hicieron desaparecer a la población de Lídice.

Con todo, esa educación siguió funcionando con los capitales propios de los tiempos democráticos. Si la dictadura hubiese sido más corta, es posible que el daño a la educación no hubiese sido tan grave. Pero 17 años es demasiado dentro de lo que acontece con el ámbito del saber en esta era del conocimiento. Pero si a esos 17 años le agregamos los casi 20 años de la LOCE, entonces tenemos el desastre que hoy presenciamos en Chile.

Privatizar privatizar fue el lema de la dictadura; dispersar la gestión de la educación en intereses diversos y segmenta la educación al compás que se segmentaba la sociedad chilena toda. ¿Objetivo?

Hacer de la educación un rompecabezas muy difícil de armar, si alguien se atrevía a darle nuevamente coherencia y orden en el futuro.

Con una educación como la que tenemos, con maestros y profesores abandonados a su suerte por varias generaciones, con , las más de las veces, profitantes y tránsfugas, mercaderes y traficantes a cargo de la gestión educativa, con municipios como entes rectores de la calidad, usted comprenderá que nada serio se puede esperar de nuestros educadores y de los resultados en nuestros educandos.

La educación centralizada exclusivamente en el Estado, burocratizada y rigidizada tampoco es una solución deseada o deseable. No es la aspiración de nadie a estas alturas del problema. Lo que se debe dar es una propuesta educativa central, acorde con las exigencias del país y su desarrollo presente y futuro. Hay una base educativa que es de orden general y que se orienta por los niveles internacionales del saber y sus metodologías más exitosas. Pero también existe un espacio de adaptación en razón de la fase de desarrollo de un país y de sus aspiraciones en diversas áreas de las actividades modernas que esta nación aspira a abordar en el futuro inmediato.

Sin estos parámetros ocurrirá lo que acontece ahora: se desperdician recursos enormes en generar habilidades y saberes que sobran, quedan ociosos y no contribuyen más que al enriquecimiento de algunos “empresarios” privados de la educación, cuyo beneficio se paga con la ruina y el engaño a las familias y al país (es decir los contribuyentes, que es la misma clase media), amén de la frustración de generaciones de jóvenes a quienes se les vendió una ilusión de ser, para luego, en el mundo laboral, no ser nada, excepto un nuevo número dentro de las legiones de deudores de un sistema irracional, mediocre y codicioso.

Estos dirigentes del modelo neoliberal, llámense militares, Alianza por Chile o Concertación, han instalado un sistema peor que el de la ENU, en términos de amarres a un modelo ideológico y económico cerrado, autoritario, no participativo, mercantil, e impuesto verticalmente desde el Estado vía leyes constitucionales, que sólo son removibles si estos grupos que la impusieron están de acuerdo, de lo contrario son inmodificables, a pesar de que más del 75% de la población no está de acuerdo con ellos y reclama sea cambiada de manera radical.

Esto no es más que la horripilante ENU, pero impuesta desde la derecha. Así es que, señores del régimen y de la tristemente célebre Concertación, ustedes se han mordido su propia cola,

Han hecho y obrado lo que antes repudiaron, y si no cambian pronto, se les terminará amputando el apéndice de credibilidad que les resta en la sociedad.

* ENU: Escuela Nacional Unificada. Proyecto educativo presentado en el gobierno de Salvador Allende.

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