kradiario.cl

miércoles, 24 de agosto de 2011

"CAMBIOS" Y "DESALOJOS": LAS CONSIGNAS HUERAS

Por Hugo Latorre Fuenzalida

La Alianza por Chile vino planteando la consigna del "cambio" con el candidato Joaquín Lavín y luego con Piñera,  mientras que Andrés Allamand creó la del "desalojo". Ambas referidas a la necesaria sustitución de una Concertación que había permanecido muchos años en el poder y ya experimentaba el agotamiento de ideas -que nunca tuvo-, pero que es propio de quien se acoquina y conforma con el pasar de los días, días que el elector le regaló gracias a las pocas posibilidades que abre un sistema binominal, como el que existe en Chile, y gracias también a una derecha que a muy pocos simpatizaba.

Finalmente, esa Concertación no pudo más con su molicie y fue merecidamente "desalojada" del poder por una derecha fundamentalista, como casi todas las derechas. Una vez en el poder con Sebastián Piñera a la cabeza y una Concertación caída, un terremoto pésimamente mal manejado por la presidenta Bachelet y sus burócratas incompetentes, el nuevo mandatario da inicio al gobierno "por el Cambio" que parece signado por una buena estrella: la movilidad ubicua de las casacas rojas y el incidente de los 33 mineros en Copiapó.

Estos dos accidentes, productos del movedizo subsuelo, permitieron al Presidente un despliegue de acción arremolinada y mediáticamente espectacularista. Todo ello le valió un alza en las encuestas de aprobación que llevaron a un ministro, como el de minería, Lawrence Goldborne, a saltar desde el anonimato al estrellato, parecido a los ídolos del rock; y a Sebastián a adquirir un furor mediático que sólo la primera dama pudo moderar, para que no se desplazara hacia una majadería obsesiva e impertinente.

Allamand tuvo buena intuición y el "desalojo" finalmente se hizo realidad. Pero cuanto se refiere al "Cambio", cabe la pregunta de ¿para qué el desalojo?, si pronto todos pudimos darnos cuenta que esto se parecía mucho a un quinto gobierno de la misma Concertación.

De hecho, la consigna del Presidente, de hacer el "gobierno de excelencia!" y "con los mejores", derivó en el nombramiento de una serie de empresarios que, a poco andar, demostraron sus limitaciones e incompatibilidades, además de la irrupción de infinidad de "conflicto de intereses", que obligó a un prolongado proceso de "desalojos", defenestraciones y sustituciones, algunas bastante bochornosas porque eran referidas a decisiones algo escandalosas para los estándares mínimos de trasparencia de cualquier país que opere con una institucionalidad política medianamente formal.

Ya pasado un año, comienzan a aparecer los mismos vicios de "empantanamiento" de ideas que llevaron a que la Concertación fuese reemplazada. La reconstrucción post terremoto no aparecía por ninguna parte, el escándalo del Serviu, indicaban que la transparencia era muy opaca, el Transantiago no mejoró con la nueva administración; las formas de operar las concesiones al sector energético lindan con lo antojadizo, pues se pasan por el aro las limitantes ambientales y los funcionarios que deciden sólo acatan las órdenes del poder
central, sin capacidad  ni siquiera de aportar una pizca de criterio propio.

En fin, la madeja de intereses se hace ahora más apretada que en los tiempos de la Concertación, pues el vínculo es más "sanguíneo" entre los políticos de derecha y los empresarios, aunque los concertacionistas se las arreglaron para emparentarse con las "grandes familias" fácticas, y se iniciaron, pronto, en estas truculencias "bananeras", en que los negocios y la política se enderezan en las sobremesas familiares.

Entonces la continuidad parece fundir en una misma pradera el paisaje político de Chile, sin fisuras, sin solución de continuidad y sin "cambios". El desalojo fue para los moradores de la burocracia periférica, pero las poltronas parlamentarias, ministeriales y de directorios  se mantienen atrapadas en las mismas manos que se juramentaron mutua fidelidad en las transacciones de 1988.

Entonces, cuando las organizaciones de estudiantes, trabajadores, padres y de todo tipo saltan a las calles a reclamar derechos que permanecieron secuestrados por casi cuarenta años, este grupo de amigos que ahora nos gobiernan sienten que lo que les acontece no puede ser cierto, que alguien les está haciendo una mala broma o jugando una mala pasada. Cómo a ellos, gente tan exitosa, tan importante, tan dueños de Chile y tan principal, pueden ser maltratadas de forma tan irreverente. Cómo esos mocosos pueden venir a exigir que  se cambie un modelo educativo tan abierto, liberal y novedoso; además que estos mozalbetes quieren forzar la traición a sus socios  que sostienen un sistema tan lucrativo, privado y ganancioso, en el campo de la educación, a los mismos que ellos alentaron y con los cuales se asociaron durante todos estos años.

Se les han concedido más becas y fondos de solidaridad; se les han bajado las deudas y tasas ¿Qué más quieren? Se niegan a aceptar todas y cada una de las ofertas propuestas desde el gobierno; ahora se le suman los de la CUT, los del Transantiago, los de la ANEF y al parecer no pretenden detenerse. Esto parece ya a una conspiración; los "comunistas" deben ser; esos son especialistas en manipular.

Esta "conjura de los necios" amenaza con reventar en una irracionalidad incontrolable. Nuestra experiencia política fue de obediencia absoluta hacia las órdenes dispuestas desde el gobierno de mi General; pero este caos, este ánimo soliviantado no es tolerable, no debe ser aceptado, esto deja mal puesto a Chile y su orden ejemplar; esto hace huir al inversionista, por tanto debe ser seriamente reprimido, de lo contrario se pone en peligro la democracia, esa que tanto nos ha costado recuperar y que tan admirada es desde el extranjero.

Deben ser malos chilenos; gente que no atiende razones, que no quiere a la Patria; esto debe ser cortado de raíz; el gobierno debe ponerse los pantalones.

En definitiva, la respuesta será la misma desde los tiempos de Pinochet y de la Concertación: reprimir las demandas; bajar el perfil, cooptar, comprar y amedrentar, por lo tanto nada ha cambiado, el sistema no ha sido "desalojado" y todo se cambia para que todo permanezca.

Para que se produzca el "cambio" que esta gente ha anunciado, deberíamos ser testigos de una reforma tributaria, donde se deje de cargar los impuesto a quienes no tienen y hacerlo sobre los que sí tienen, y mucho. Para que haya desalojo, deben salir los dirigentes "matusalénicos" que permanecen toda una vida en los mismos curules haciendo y diciendo las mismas cosas. En cambio en Francia ha acontecido algo que sí se puede llamar un "cambio". Fíjese que en ese país los hombres y mujeres más ricos han solicitado de motu propio que el gobierno les suba los impuestos ¿Puede usted creerlo?

Es que esa gente sí sabe lo que se viene....y prefieren prevenir antes que mandar matar. Acá es diametralmente distinto; nuestro grandes  empresarios antes de aceptar los impuestos que deben en justicia pagar, prefieren ir a los cuarteles y alentar a las fuerzas represivas a que salgan a castigar la osadía de esta "cáfila de conspiradores alzados".

El "cambio" ha sido sólo un sueño, "que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario