kradiario.cl

martes, 24 de mayo de 2011

El "big bang" del Dr. Hopp y sus "secuaces" de la Villa Baviera

Por Walter Krohne
Editor de Krohne Archiv

Todas las autoridades de seguridad involucradas en Chile se mostraron sorprendidas por la desaparición de uno de los ex jerarcas de la Colonia Dignidad, el doctor Hartmutt Hopp (66), quien fuera el número dos del enclave alemán situado en la séptima Región, cuyo líder máximo era el ya fallecido Paul Schäfer, que lo manejó con mano de hierro y al mejor estilo nazi, lo que se prolongó por varias décadas, acumulando un historial de delitos que no se compara fácilmente con los más abominables delincuentes que pueblan las cárceles chilenas.

Ambos – Hopp y Schäfer – fueron los que impulsaron toda una organización comercial y agrícola siniestra apoyados por hombres de los círculos del poder en Chile –políticos, militares y empresarios– que mostraban a la Colonia Dignidad como a una entidad de beneficencia. Centenares de colonos vivían y trabajaban en la Colonia de Parral de sol a sol, pero no recibían ningún solo peso de remuneración. Todo quedaba para los jerarcas, entre ellos los dos nombrados, aunque habían más, los que acumularon mucho dinero.

Schäfer llegó mucho más alla. Se codeó con el dictador Pinochet y le prestó su apoyo y el “territorio” de la Colonia en el sur para que torturara e hiciera desaparecer a opositores de la dictadura más cruel que haya tenido Chile en toda su historia. Hizo construir búnkers con la mejor técnica empleada durante el nacionalsocialismo en Alemania para esconder restos humanos y evitar que los gritos de los torturados se escucharan en la superficie. ¿Cuánto dinero habrá recibido Schäfer de Pinochet por su silencio?

Pero tampoco le fue suficiente esta última actividad y utilizó las instalaciones sanitarias de la Colonia, el Hospital, para reclutar niños con los que Schäfer abusaba y satisfacía sus degeneradas tendencia y vicios que había acumulado desde la Segunda Guerra Mundial en los campos de batalla o cuando hasta los años sesenta fue un pastor en Hamburgo, desde donde tuvo que escapar a Chile por los mismos delitos. Hopp era entonces el director del Hospital de Colonia Dignidad, que luego de que el Presidente Patricio Aylwin (1990-1994) le quitara la personería jurídica a la sociedad benefactora, los bienes de ella pasaron a “palos blancos” surgiendo en su reemplazo la famosa Villa Baviera.

Antes, desde los años sesenta, todo el mundo sabía en Chile que las cosas al interior de Dignidad no estaban muy claras y era todo muy raro, porque lentamente surgía un estado dentro de otro estado. Como primero de una larga lista de denunciantes fue el periodista Oswaldo Murray en la histórica Revista Ercilla, también Erika Vexler, quien falleció recientemente en Israel, y muchos más comenzaron a escribir sobre lo mismo. Lo supo el subsecretario del Interior del Gobierno de Eduardo Frei Montalva, Enrique Krauss, pero tampoco pudo hacer nada. Al otro lado había periodistas que defendían la colonia como Rafael Otero, por ejemplo, y muchos políticos de la época, de derecha, que hoy circulan por La Moneda y sus alrededores o tienen cargos oficiales, porque en Chile todo se olvida o se puede olvidar si se quiere.

En estas condiciones y realidades nunca se hizo nada en contra de esta Colonia, ni bajo Frei Montalva ni bajo Allende Gossens ni menos bajo Pinochet, que más que autoridad fue una especie de socio o aliado de Schäfer. Tuvo que venir Aylwin, treinta años después, para que se tomaran severas medidas contra el enclave alemán, aunque, como dijimos, este continuó funcionando apoyado por muchos poderosos, también algunos en Alemania, y bajo otro nombre.

Hoy todos se sienten sorprendidos e indignados por la desaparición de Hopp, pero yo pregunto: ¿Acacso la ubicación del paradero de Schäfer en Argentina no fue fruto de una investigación realizada por periodistas del Canal 13 de Santiago y no por policías?  ¿Cuándo el Estado se interesó por este complicado caso? Sólo al final, tras la dictadura, al comenzar a conocerse denuncias que eran irrefutables y estaban a la orden del día.

Uno que otro juez se interesó en el caso en forma casi personal, pero muchas veces las diligencias no llegaban a su fin debido a los impedimentos que ponían los poderosos.

Ahora ya todo se acabo y el plan de Hopp fue perfecto: Primero viajaron a Alemania su esposa, la enfermera Dorothea Esther Witthahn Kruger,  y la ex contadora de Villa Baviera, Erika Heimann. Al final fue su turno y como mano derecha de Schäfer es buen conocedor de los lugares donde supuestamente están depositadas en Europa las “platas negras” de la Sociedad Benefactora, con las que él y su familia podrán vivir como “príncipe orientales”. Cuenta además  con la ayuda de Erika Heimann, la contadora de la Villa.

Justamente los contactos en los círculos del poder, que en esta breve historia jugaron un papel vital, también harán ahora todo lo que esté a su alcance para esconder al Dr. Hopp por el tiempo de vida que le quede o sea necesario y devolverle a nombre de la Colonia Dignidad, “los ahorros negros que ahora son suyos”. Tiene ahora todos los elementos para permitirse una vida apacible en algún balneario del Mar del Norte, del Baltico o a orillas de algún lago bávaro. Mientras tanto, los restantes viejos octogenarios detenidos por la PDI deberán quedarse en  Chile para pagar los pecados de Hopp y Schäfer. Este último murió sin siquiera darse cuenta del por qué lo habían condenado: En paz y silencio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario