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martes, 22 de marzo de 2011

Obama visita El Salvador donde se reencontrará con un ex adversario y hoy gran colaborador

Mauricio Funes estuvo vinculado a la guerrilla salvadoreña y hoy es un defensor de la nueva democracia que existe en su país y en otras naciones centroamericanas. Así ha pasado de adversario a colaborador lo que lo ha convertido en un nexo importante del presidente estadounidense Barack Obama, en esta parte de América.

Como en Brasil, Obama se refirió a la gran potencia económica de América Latina, en Chile alabó a un país que ha mostrado un gran desarrollo democrático y económico y en El Salvador destacará a Funes por haber cambiado la cara de un país que destaca como un ejemplo regional en lo político y económico al haber podido superar conflictos internos y cimentar una democracia, a pesar de los grandes problemas sociales que tiene.

En 2009 Funes se convirtió en el primer presidente de izquierda de la nación centroamericana, postulado por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMNL) el mismo grupo al que en los años ochenta Washington combatió cuando era una una organización guerrillera ilegal, pero hoy es reconocido como un partido político.

Contrario a los temores surgidos durante la campaña electoral salvadoreña y reproducidos en Washington por algunos políticos conservadores, una vez llegado al poder, Funes no se alineó automáticamente al eje de la Venezuela de Hugo Chávez ni a la Cuba de los hermanos Castro ni tampoco a la Nicaragua de Daniel Ortega.

De hecho, el nuevo mandatario salvadoreño puso en práctica una diplomacia que algunos califican de pragmática y desideologizada, impulsada por el reconocimiento de la importancia de las relaciones con EE UU, país en el que viven unos 3 millones de sus connacionales. Esta política le ha significado tener serios problemas con la cúpula del FMNL.

De acuerdo con un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), El Salvador es uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de homicidios de 52 por cada 100.000 personas, cinco veces el promedio mundial.

"Pero eso no necesariamente habla mal del modelo político y económico salvadoreño", le dijo a BBC Mundo Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, para quien la violencia en la nación centroamericana es principalmente el producto de factores asociados al narcotráfico en México y América del Sur.

Shifter reconoce que hay un gran problema con la pobreza en América Central y que en ese aspecto Washington está en las mejores condiciones para ayudar "con políticas eficaces en Centro América, mas que en América del Sur, porque son gobiernos más vulnerables”.

"Centroamérica está pasando un mal momento en término de seguridad y económicos, y creo que es momento de respaldar a un gobierno, en el caso de El Salvador, que está tomando ciertas medidas, a pesar de los enormes problemas de pobreza y criminalidad que enfrenta el país", declaró Shifter.

Dos temas en la agenda

Problema migratorio:

El gobierno de Funes quiere aprovechar la visita de Obama para destacar el caso de unos 220.000 salvadoreños que desde el terremoto de 2001 viven en EE UU amparados por un Estatuto de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés). Esto ha permitido que estos salvadoreños trabajen en territorio estadounidense y recientemente sus permanencias fueron extendidas por 18 meses más por séptima vez, hasta marzo de 2012. Según la embajada de EE UU en San Salvador toda esa gente lleva ya diez años viviendo en EE UU con sus familias. Tiene empleo y antecedentes limpios, además de estar pagando regularmente impuestos con su trabajo. Es un grupo de personas que no debería ser devuelto a El Salvador, salvo que ellas quisieran hacerlo. En este punto migratorio, el Gobierno desea una solución integral, aunque resulta complejo llevarlo a cabo por las dificultades políticas que hay en este momento.

Lucha antidrogas

Para la Casa Blanca, El Salvador es punto crucial en la estrategia para manejar el desafío de los carteles de la droga que operan desde México y América del Sur. El año pasado, Washington lanzó la Iniciativa de Seguridad Regional para Centroamérica (CARSI, por sus siglas en inglés) con la que separó los esfuerzos antidroga de la Iniciativa Mérida, centrada principalmente en México. Hasta ahora el CARSI ha invertido unos US$165 millones en reforzar los sistemas de policía, de justicia y en planes de desarrollo, pero analistas locales estiman que serían necesarios al menos US$900 millones.

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