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domingo, 28 de noviembre de 2010

Cultura ágrafa


Por Yoani Sánchez
Desde La Habana

Claudia Cadelo aún espera respuesta de la Fiscalía Provincial a su denuncia por el apartheid cultural en la última muestra de jóvenes realizadores. El agente Rodney nunca dio la cara para validar o negar los tristes sucesos de noviembre de 2009 y alrededor de la casa de Luis Felipe Rojas, unos policías vestidos de civil lo vigilan sin tener una orden judicial para hacerlo.

Mi demanda en los tribunales por los golpes y el arresto ilegal de febrero pasado sólo ha recibido el silencio por parte de las instituciones jurídicas… mientras Dagoberto Valdés sigue esperando una explicación de por qué no lo dejan viajar fuera de Cuba. Estamos rodeados de una represión que no firma papeles, que no da la cara, ni estampa cuño al lado de cada acto en que viola su propia ley.

Castigos que no quieren dejar evidencias, detenidos que no aparecen en la orden del día de una estación de policía, amenazas dichas de voz para que no queden huellas. Una cultura ágrafa de la intimidación, de los agentes con seudónimos y la coacción que evita dejar pruebas. Cuando les exigimos que pongan por escrito las frases que nos gritan lejos de las cámaras y de los micrófonos, aprietan los labios y alardean de ese poder que les permite mantener el anonimato.

Si se les emplaza con una denuncia, apelando a la legalidad que ellos mismos han creado, entonces pasan treinta, sesenta, noventa días y nada. Ningún juez acepta una demanda contra esa institución verdeolivo que gobierna el país.

Tanto vanagloriarse desde la tribuna, manejar palabras como “valor”, “sacrificio” y “entereza”, para venirse a esconder detrás de su propio miedo, para no colocar su nombre, su rostro y su convicción al lado de las atrocidades que cometen.

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