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martes, 26 de octubre de 2010

Página Editorial Latinoamericana: El poder en Venezuela y la guerra en México

Diario El Universal de Venezuela

Mensaje y mensajero


Por Eddie A. Ramírez

Sería suicida llegar a las elecciones presidenciales, de gobernadores y alcaldes en el 2012 con un país en el que la alternativa democrática cuente solo con la actual mayoría precaria. Es imprescindible convencer a por lo menos el 70% de la población de que el camino que llevamos únicamente conduce a un barranco y que, una vez más, quien resultó electo hace ya doce años traicionó las aspiraciones del pueblo. Lógicamente, ello implica elaborar un mensaje adecuado y un mensajero convincente.

El contenido del mensaje lo ha trabajado la MUD (Mesa de la Unidad), aunque tiene que resumirlo y presentarlo en forma atractiva y palatable. Además, desde nuestra óptica, requiere una introducción que ablande a quien va dirigido, es decir a los electores que se decepcionaron con el pasado y se embelezaron con los cantos de sirena de un populista. No es difícil, basta recordar el porqué una gran parte de la población decidió que no le satisfacía lo que recibía y buscó otros rumbos. Aunque pareciera sencillo, su elaboración requiere una gran dosis de humildad para reconocer los errores cometidos en el período 1958 a 1998.

Frases tales como "éramos felices y no lo sabíamos", "hay que recuperar la democracia", "antes vivíamos mejor", "la democracia fue traicionada", constituyen un insulto para un amplio sector de la población que se sintió y efectivamente fue marginada. Ciertamente en el período citado hubo muchos logros significativos, pero el modelo económico que se aplicó no era sustentable e hizo crisis a mediados de los setenta.

A esto hay que añadir que unos pocos se beneficiaron indebidamente de los recursos del Estado, que los gobernantes fueron ineptos en su gestión y que los partidos perdieron contacto con el pueblo, constituyéndose en centros de poder en el cual se refugiaron algunos sinvergüenzas. Es decir, tiene que haber una introducción al mensaje que sea contundente e indique que nadie quiere volver al pasado y que todos estamos dispuestos a rectificar. El resto del mensaje debe permitir a los electores identificarse con la esperanza de un mejor futuro, convencerse de que es sí posible lograr calidad de vida para todos y tener la seguridad de que el aspecto social será prioritario.

Al Mensajero, hombre o mujer, hay que identificarlo pronto. El argumento de que el teniente coronel lo volvería ceniza no es válido y en caso de que ocurra es porque no era el adecuado. Básicamente debería ser alguien no muy identificado con la gestión de los gobiernos pre-chavistas y desde luego debe ser percibido como conciliador y no como un opositor a ultranza. ¿Difícil lograr un mensaje y un mensajero que le llegue a los más? Quizá no sea fácil, pero es imprescindible para evitar que el país termine de caer en las garras del comunismo.

Como en botica: Don Regalón cambió valiosas refinerías en Alemania por tanques rusos en una negociación lesiva para nuestros intereses, al vender a precio de gallina flaca y comprar armamento que no necesitamos. También pretende adquirir tecnología nuclear en el país más atrasado en este aspecto; además, no toma en consideración la opinión de expertos que señalan que la generación de electricidad usando Orimulsión es mucho más barata que la nuclear. Ahora los ingenieros venezolanos no saben construir viviendas y por ello Esteban quiere traer iraníes.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

Diario El Universal de México
Daño que permanece


Las guerras terminan cuando una de las partes gana, pero los efectos sobre la población inmersa entre las balas permanecen durante generaciones. De ello ningún conflicto armado está exento; tampoco el que vivimos hoy en México por la acción del crimen organizado.

La presencia de mafias en el territorio nacional no es nueva. Hay registro de asesinatos de jefes policiacos, decomisos y balaceras similares a las actuales desde los años 80. Pero es hasta ahora que todos esos fenómenos se han recrudecido y masificado.

“Si un individuo vive el impacto de un trauma tiene una fragmentación interna. Si se habla de una situación colectiva, esto se traduce en desarticulación social”, dice Luciana Ramos Lira, experta de la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”. “Se puede avizorar una depresión social. El término se traducirá en la imposibilidad de muchos grupos e individuos para incorporarse en forma plena a las acciones de orden general”, añade el investigador Juan Martín Sandoval de Escurdia.

Van 30 mil muertos en relación con la guerra contra el crimen organizado, cada uno de ellos padre, madre, hijo, hermano, compañero de clase o pareja de alguien. Cuando se trata del impacto social, no importa si los asesinados eran criminales o no, igual habrá decenas de miles que lo lamenten, queden desprotegidos, hereden la actividad delincuencial o busquen venganza y se hundan en el rencor. También están los miles que han visto cuerpos decapitados, personas muertas que cuelgan de los puentes peatonales. En pocos años, los ciudadanos de varias partes del norte y suroeste del país —con tradición de desparpajo y festejo— ahora no se atreven a salir de sus casas al anochecer.

La manifestación sicológica inmediata de la guerra en los ciudadanos actuales ha sido el miedo. Pero quizá más preocupante sea el efecto en las generaciones venideras. Estudios en otros conflictos armados como los de Centroamérica o África revelan que los niños llegan a interiorizar lo bélico. Hay una socialización de la violencia. Son esos menores quienes más fácilmente hallan en el crimen un modo de vida.

El momento histórico que vivimos hoy será puesto en los libros de historia venideros a la altura de la convulsión armada de 1910 o de la Guerra Cristera de los años 30. Un tiempo de instituciones amenazadas, poblaciones envilecidas y ciudadanos temerosos.

La sique mexicana futura dependerá de cómo manejen las generaciones actuales estos retos. Sobreponerse al miedo, la falsa desmemoria o la apatía será el mayor de todos.

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