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domingo, 26 de septiembre de 2010

El fondo oculto del ayuno Mapuche


Por Ziley Mora Penroz (*)


Acaso por las deudas del Bicentenario, el peligro de muerte o el monitoreo al instante de la noticia - quizá como en ningún otro momento - el ayuno mapuche nos interpela. Los 34 ayunantes no desean sólo salir de la prisión, sino que algo mucho más profundo: Instan a que Chile salga de su prisión, a que la sociedad y el estado chileno hagan ayuno.

La lucha del pueblo Mapuche no es sólo por reconocimiento constitucional, respeto a los tratados internacionales (como el de la O.I.T.), conservación de su lengua y cultura, marginación del desarrollo, tierras, autonomía, ni representación parlamentaria.

¿Qué es lo que hace 200 años el Estado y la sociedad chilena, no están viendo al momento de juzgar la cuestión mapuche? y ¿A qué responde el terror de Chile en relación a las acciones desplegadas por la causa mapuche y sus organizaciones?

Luego de casi ya 30 años de investigación y trato con la etnia, nos atemoriza comprobar la total validez del sencillo modo de vida de estos habitantes de la tierra. Sin embargo, esa sencillez esconde una complejidad ontológica y metafísica (si conociéramos los siete estados evolutivos del pellü o espíritu mapuche). Sólo es posible acceder a esta concepción del mundo a través de la renuncia al ego. Esa ideología, comandada por el terror al insondable saber que conlleva asumir la simple condición humana, despojada de sucedáneos de felicidad y de sustitutos de sentido que imperan en la sociedad chilena y occidental. Esa que en las prácticas, usos y artefactos de la modernidad, se nutre de “aguas de fantasía” que sólo le provoca más sed.

Es la existencia misma del pueblo mapuche, lo que nos aterroriza. Este dato de lo diverso y distinto puede implicar que el "yo" aculturizado, esté equivocado, y que es la pervivencia misma de la etnia -como cultura que subsiste con otros códigos y otros paradigmas frente al uso de recursos naturales y al sentido de la vida humana sobre la tierra - lo que constituye el terror de Chile.

Se trata del miedo a ver aquello que nos hace falta y que ningún deseo material puede calmar. Esto recae en la ausencia de un tipo de comprensión superior respecto a lo que somos como seres humanos, de una sabiduría para burlar a la muerte, escabullirnos de su poder y después reaparecer (capacidad que exhibieron grandes machis, y kimches como Kallfukura, Mangil Wenu, y otros).  Dicho vacío sapiencial no puede ser llenado con los compromisos que impone la agenda productiva.

Lo que nos falta pareciera ser más poderoso que lo tenemos delante de nuestros ojos. Todos sabemos ésto, o al menos lo intuimos, máxime quienes aprendimos la formidable lección de los terremotos. El problema de la ausencia es muy difícil de soportar, por lo que en nuestra desesperación - en lugar de dialogar con la Mapu (la Madre Tierra) e indagar reflexivamente qué significa vivir en ella - preferimos crear leyes antiterroristas y encerrar a esos “pendencieros usurpadores de la propiedad privada”. Aclaremos que esto último no tiene nada que ver con alentar al desgobierno, ni menos descalificar el estado de derecho.

Lo cierto es que al pueblo Mapuche no se le está encerrando sólo en cárceles de Temuco, Cañete o de Malleco; sino que en nuestros supuestamente seguros cánones, ideas y prescripciones con fuerza de ley (dogmas) de lo que es la realidad, la civilización, el desarrollo o la justicia. Como sociedad, nos creemos superiores a ellos y a todo aquel que no haya sido suficientemente acreditado por Harvard, el Vaticano o el G-8 cuando sesiona en Davos.

Aquello invisible que somos e intuimos, es que ellos se guiaron por otro modelo de desarrollo, articulado de manera arónica con la pauta de las especies propias del bosque valdiviano.

Si como chilenos, no despertamos de las trampas que nos pone el "Ngenechen" (dios dominador y cazador de avestruces dormidas); no vamos a poder evolucionar hacia nuestro destino: la ruta que nos muestra el Repu Epew o Vía Láctea (lit. “el Camino de los relatos de los Grandes Hombres legendarios”). El hecho de aceptar lo anterior, nos resulta en extremo desafiante, por lo que inventamos Ministerios, Conadis, Subsecretarías y Programas entre varios otros "endulcorantes" de vida. Nuestra mente sólo acepta racionalizaciones y creencias europeas que nos mantienen tranquilos en conocido y lo obvio, pero no vaya a ser cosa que acabado este sopor, echemos de menos lo desconocido y sagrado.

Nuestra sociedad de mercado, intenta convencernos de que - fuera de algunas reformas legales para la seguridad social y uno que otro proyecto de inversión con tasas competitivas - no tendríamos carencias para este Bicentenario.

No obstante, nada tiene la capacidad de llenar el vacío ontológico que advertimos en nuestro interior. Así, somos nostros - la sociedad chilena - quienes necesitamos un ayuno de baratijas de modernidad, de iphones, de televisión digital, de automóviles, de farándula y de realitys obscenos (que ni siquiera perdonan el proceso iniciático y sagrado de los mineros bajo tierra).

No tuvimos suficiente con los 500 muertos, ni el derrumbamiento material del pasado terremoto. La enseñanza - si es que la hubo - duró poco. Esa enseñanza de la Madre Tierra (Tren-Treng) y de la Madre-Agua (Kay-Kay), que dejó claro que para "ser", no sirve apoyarse en el tener. Ahora bien, ¿Qué es lo que queda cuando se destrozan todas las ideas acomodaticias sobre la realidad?

Nuestros gobernantes se debiesen sumar al ayuno mapuche. Se trata de poner entre paréntesis sus causas y litigios, para despojarse de anaqueles mentales (códigos, proyectos, leyes y jurisprudencia) Esto a través del retiro hacia una gruta andina inaccesible de la Araucanía, tal como lo hacían ciertos kimches (sabios) en las kuramalal (cuevas de piedra). Estas últimas, verdaderos templos donde bajaban los espíritus antiguos para aconsejar y dotar de poder a los grandes longkos guerreros. Allí solos, escuchando el siseante sonido del viento o el brillo de las esferas celestes en la noche, de seguro que les bajaría en un peuma (sueño), les visitaría el don de Consejo y la iluminación, el Ad –Mapu ancestral, es decir “la Justicia de la tierra”, divinidad que reside en lo profundo de la quietud, al fondo de la noche de los sentidos perfectamente domeñados por el ayuno.

Por diversos motivos históricos, políticos o sociológicos; la antigua palabra de los comuneros indígenas no parece ser tan relevante para nuestra sociedad, sobre todo para cierta arrogante oligarquía centralista que desde Manuel Bulnes gobierna desde Santiago.

Si tomámos a uno de los mineros que permanecen bajo tierra - a uno sólo de los 33, porque la verdad no es democrática ni estadística (el 5 % mapuche de la población puede contener el secreto destino de todo Chile)- uno que no haya sido enfocado por ninguna camarita ni enviado saludos televisivos a sus familiares. Sólo a ese hombre - luego de tres meses en sagrado silencio, quietud, obscuridad y ayuno en el útero de la Madre Tierra - la Mapu o Pachamama le habrá revelado el misterio insondablemente infinito de su ser. Sólo ese nuevo Kallfukura, renacido de nuestro Copiapó, debería ser elevado como nuevo “Padre de la Patria”, porque su sabiduría sería suficiente para refundar nuestra polis chilena para los próximos mil años.

(*) Etnógrafo, investigador y consultor en procesos humanos

3 comentarios:

  1. Gracias por tres:
    Gracias por el artículo, sobre todo a Kay-Kay.
    Gracias por ser.
    Gracias por estar.
    Fraternalmente.
    Jaime Enrique.

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  2. Escuche la tierra,escuche el fondo de la tierra, lei palabras y olia la tierra recien mojada... antes semovio bruscamente y derrumbo casas y no entendí, nos lanzo sus aguas gelidas demoledoras y no comprendi, rugio con bocanadas de humo y ceniza y no las vi escuche a traves del autor a la tierra, a mineros tragados por la tierra. a mapuches enjaulados que no quieren comer, ni ver lo mismo de siempre...

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  3. Este tema se deberia actualizar y republicar cada mes, para que todo mundo y chilenos sobre todo lo lean y traten de entender lo que nos quiere indicar y confesar entre-lineas.
    Felicito al Autor!!!! y le insto a que siga publicando lo que tantos queremos que al menos el pueblo chileno entienda, ya que el mundo esta a una cuarta de tapilla de perderse, ya cruzaron la linea con casi el zapato completo.
    Chile, siempre he creido y siento tiene una gran oportunidad y esta preconcevida para cruzar la gran puerta y espero no sea con el minimo de habitantes.
    Espero esto se propague y pueda seguir leyendo al respecto.
    Gracias una vez mas al Autor.

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