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martes, 17 de agosto de 2010

Página Editorial Latinoamericana


Diario El País de Montevideo, Uruguay

Integración regional

Cada tanto se oye, incluso desde altos rangos gubernamentales, un "¡Viva Latinoamérica!", una especie de clamor patriótico de dimensiones continentales. Como expresión de un deseo, es legítimo. Como realidad, en cambio, está muy lejos de representar algo concreto. Todo indica que, por ahora, no hay una necesidad unionista perentoria, y menos a esa escala. Sin embargo, como se dice sabiamente, principio quieren las cosas. Nuestro continente -si así puede llamársele- mira hacia Europa y algunas elites quieren seguir su modelo: ser la Unión de más de treinta Estados con Parlamento.

Consejo, Constitución, moneda común (no todos participan de ella) y una política exterior y de defensa comunes. Se implantó el concepto de ciudadanía europea y se utiliza un pasaporte común pero los miembros de la Unión Europea mantienen su independencia, salvo en áreas específicas.

Pero la U.E. no nació de la noche a la mañana. El proceso de gestación partió con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1951) y de ahí en adelante, a través de varios Tratados, se llegó a 1a U.E. con el Tratado de Maastricht (1992). No fue tarea fácil la de conciliar tantas posiciones, historias e intereses y eliminar desconfianzas seculares pero, al final, se logró alcanzar el objetivo buscado y, desde entonces, la U.E. no cesa de ampliarse.

Se aprendió la lección que dejaron millones y millones de muertos en dos guerras mundiales y los sufrimientos y frustraciones ocasionados por regímenes totalitarios de triste memoria. Europa quería, necesitaba, garantizar la paz y libertad. Su experiencia indicó el camino a seguir para forjar una comprensión que fuera antesala de una integración internacional.

Claro está que en América Latina no se han dado conflictos de la gravedad de los que asolaron a Europa durante siglos. Pero lo cierto es que la globalización actual gravita en contra de quienes se aislan y empuja, en cambio, hacia la integración regional. El tema es vastísimo y complejo y sólo podemos encarar aspectos parciales del mismo. Para ello, tengamos presente los siguientes parámetros.

El Papa Juan XXIII dijo: "... el progreso de un país es en parte efecto y en parte causa de la prosperidad y del progreso de los demás pueblos".

En el Seminario Interamericano de Enseñanza Primaria, de la OEA (Montevideo 1951) se resolvió: "inspirar una actitud de compatibilidad entre el amor a la patria y comprensión internacional".

La comprensión del otro y la solidaridad con el otro pueden y deben ser enseñados, sobre todo en las aulas pero no sólo en ellas. También deben hacerlo todos los formadores de opinión, los periodistas, los comunicadores sociales, las organizaciones afines.

Si se aspira a que una región -grande o pequeña- sea unida, sus habitantes deben conocerse mejor, conjugar sus esfuerzos e intercambiar personas de todos los ámbitos (estudiantes, educadores, artistas, trabajadores, etc.).

Es necesario inculcar desde la infancia que los deberes que se tienen con la comunidad internacional han de considerarse como una prolongación de los deberes que el ciudadano tiene con su propio país.

El instrumento ideal para alcanzar ese objetivo, insistimos, es la educación.

Todas y cada una de las asignaturas que se imparten -humanísticas, científicas, artísticas, deportivas, etc.- pueden aportar algo para acercarnos a los países de la región: unas ayudan a conocer más la naturaleza humana, su diversidad, o el medio en el que se vive; otras, nos muestran su cultura, su acervo, que es particular y universal a la vez; otras, en fin, contribuyen a solucionar problemas vitales que aquejan a cualquier sociedad y que nos hermanan a todas porque todas nos sentimos afectadas por ellos. Resulta obvio que debemos eliminar de los textos todo indicio de aversión, desdén o agresión hacia el vecino así como todo atisbo de nacionalismo extremo, agresivo, que genere odios irracionales. Porque está escrito que se cosechará lo que uno siembre...


Diario La Tercera de Santiago de Chile

Chile, país de clase media

Por Rodrigo Castro

A diferencia de los más pobres, la clase media no está protegida por redes sociales, pues éstas se enfocan en los grupos de menores ingresos.

No existe definición precisa de clase media y, en general, la mayoría de la población tiende a percibirse en esa clasificación (incluso profesionales que pertenecen al 20% más rico). En la jerga del marketing, se considera a los grupos C2 y C3 representivos del segmento. La clase media se puede entender por una combinación de variables de consumo, patrimonio y educación. Tomando esto en consideración, se puede decir que un 20% de la población chilena es clase media.

Según la Casen 2009, este porcentaje son jefes de hogar con estudios superiores (completos e incompletos) y que poseen ingresos entre $ 400 mil y $ 500 mil. Ahora bien, la clase media debiese ser el grupo que tiene ingresos cercanos a la mediana nacional (quintil 3), es decir, $ 450 mil. Sin embargo, esto difiere del concepto que define el estrato medio como aquellos hogares que perciben ingresos en torno al promedio, donde la cifra asciende a los $ 752 mil.

Los ingresos de la clase media crecen menos en términos reales que el ingreso promedio de todos los chilenos. Entre 2006 y 2009, los ingresos autónomos del hogar (obtenidos mediante el trabajo) de ese grupo aumentaron entre 3% y 5%, mientras que para el promedio del país subieron 7,8% en el mismo período. La situación económica de la familia de clase media, así como la del 40% más pobre, sufrió los efectos del menor crecimiento de los últimos años. La variación promedio anual per cápita de los ingresos del tercer quintil revela que existe una gran diferencia entre lo ocurrido entre 1990 y 1998, cuando el PIB aumentó a un promedio anual de 7,6%, y lo sucedido entre 1999 y 2009, cuando Chile apenas creció a 3,3% anualmente. En el primer período, los ingresos promedio país se incrementaron a una tasa del 5,8% anual, mientras que en el segundo, sólo lo hicieron a 0,6%.

Este comportamiento se traduce en que muchas personas que habían visto aumentar sostenidamente sus ingresos también aumentaron sus expectativas socioeconómicas, adquirieron bienes y propiedades, y se endeudaron para ello. Con la baja de la actividad económica, sufrieron por la merma de sus ingresos o por la pérdida del empleo y sus expectativas se vieron afectadas. El problema es que ellos, a diferencia de los más pobres, no están protegidos por redes sociales, pues los programas de ayuda -habiendo recursos escasos- se deben enfocar a los grupos de menores ingresos. Así, el crecimiento económico es muy relevante para la clase media, porque para quienes la integran resulta más fácil reinsertarse cuando aumentan la actividad y el empleo.

Cuando el mercado del trabajo está tan restringido como ahora, generar mayores oportunidades de empleo también pasa por la necesidad de dar mayor flexibilidad laboral, de modo que las mujeres y los jóvenes de este estrato puedan ocuparse, aportando al ingreso del hogar o contribuyendo al pago de sus estudios.

Políticas como el seguro de desempleo o ante contingencias de salud son claves para la clase media. También la ampliación del crédito universitario con aval del Estado a todas las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica puede ayudar a la clase media, dado que su principal aspiración es que sus hijos puedan terminar la educación superior.

Diario El Mercurio de Santiago de Chile

Internacionalización de empresas chilenas

Obtener una mayor diversificación e internacionalización de las empresas chilenas es una de las numerosas metas que Chile debe alcanzar para cumplir su antiguo anhelo de ser un país desarrollado, objetivo compartido por ya varias generaciones y que parece ahora más cercano. El paso que ha dado LAN va precisamente en esa dirección. Esta empresa estaba convirtiéndose hace tiempo en un actor relevante en los mercados de la región, pero el acuerdo cerrado con TAM, la principal línea aérea brasileña, es un hito decisivo. El compromiso alcanzado crea una verdadera multinacional del transporte aéreo, situándola a la cabeza de las empresas latinoamericanas en este rubro y en el 11° lugar en transporte de pasajeros a nivel mundial.

Además, esta operación consolida un holding con un potencial muy interesante de crecimiento en otras regiones, particularmente en Estados Unidos y Europa, y genera sinergias importantes, que contribuirán a financiar la expansión de la nueva empresa.

El memorando no vinculante de entendimiento entre ambas sociedades supone integrar a un holding común las operaciones de TAM, pasando los accionistas de ésta a formar parte de la propiedad societaria de LAN, mediante un canje de acciones. Como consecuencia, esta última pasará a denominarse Latam Airlines Group S.A., y reunirá las operaciones de LAN Airlines, LAN Cargo, TAM Líneas Aéreas, TAM Mercosur y las subsidiarias de dichas compañías, además de las restantes sociedades de LAN y TAM.

Por cada acción, los dueños de TAM recibirán 0,9 acciones de LAN. Este nuevo holding tendrá la titularidad de todos los derechos económicos de TAM, aunque los controladores de ésta mantendrán el 80 por ciento de las acciones ordinarias con derecho a voto de la misma, y LAN tendría la titularidad del 20 por ciento restante. Por esta vía se respeta la legislación brasileña al respecto, que impide que inversionistas extranjeros puedan tener una proporción superior al 20 por ciento del control "político" de una línea aérea.

Como empresa, TAM dejará de transarse en las bolsas de Nueva York y San Pablo. Las acciones de Latam (continuadora de LAN) seguirán listadas en Santiago y Nueva York, incorporándose, además, al Bovespa de Brasil, bajo la forma de BDR ( Brazilian Depositary Receipts , certificados representativos de valores mobiliarios de emisión de compañías abiertas, con sede en el exterior y emitidos por una institución depositaria en Brasil).

El memorando también contempla que los controladores de LAN y TAM estarán representados en igual número en el directorio de Latam Airlines, pese a las desiguales participaciones que tendrán ambos grupos de controladores en su propiedad (mayor en el caso de los actuales controladores de LAN, como consecuencia de que esta compañía tiene un mayor valor económico que TAM).

Esta operación mayor tiene cláusulas complejas, pero revela la voluntad de convertir a LAN en un gran actor no sólo regional, sino también mundial. Países pequeños como el nuestro difícilmente pueden serlo, pero eso no significa que sus empresas no puedan lograrlo.

La persistencia del grupo controlador de LAN, que transformó una pequeña empresa de carga en la futura Latam Airlines, es un ejemplo que debe ser imitado por otras empresas nacionales. Algunas ya lo han hecho o están en vías de hacerlo, lo que sugiere que la capacidad empresarial de Chile es un activo que va en la dirección de hacer realidad el largamente postergado deseo nacional de alcanzar el desarrollo. Las ventajas de la internacionalización de nuestras empresas son algo sobre lo que no se ha reflexionado mayormente, y aún menos sobre cómo esa experiencia se pueda aprovechar mejor en el país. Esta operación es una excelente oportunidad para hacerlo.

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