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viernes, 9 de julio de 2010

INTERCAMBIO CINEMATOGRÁFICO DE ESPÍAS ENTRE EE UU Y RUSIA



Estados Unidos y Rusia trazaron hoy una línea para borrar de un plumazo algunos vestigios de la Guerra Fría que quedaron activos en distintos niveles en el corazón mismo de las estructuras burocráticas de ambas superpotencias.

Nos referimos a las acciones de espionaje que siempre estuvieron vivas en ambas sociedades con agentes que han tenido la misión de enviar información a sus respectivos centros para ser analizada por especialistas y conocer algunos aspectos de lo que hace o no hace la "competencia política y militar".

El intercambio de espías de hoy es una manera de "borrón y cuenta nueva",  porque la verdad es que el espionaje no se terminará con la espectacular operación entre Estados Unidos y Rusia realizada esta mañana (hora europea) en el aeropuerto de Viena.

Los agentes secretos están insertos en la política y son parte de sus mecanismos, porque la buena  información puede ayudar a cambiar oportunamente las estrategias para lograr el fin buscado o deseado. Esto  funciona tanto a nivel internacional como nacionalmente. El espionaje se practica entre superpotencias, países menos poderosos y hasta entre partidos políticos dentro de una misma nación. Es por eso que decimos que este intercambio obedece sólo a un recambio de agentes, porque, aparte de los que siguen activos,  muy pronto otros irán de Estados Unidos a Rusia y a Europa Oriental en general y lo mismo ocurrirá en la relación Moscú-Estados Unidos. Es sólo una cuestión de tiempo.

Es importante también analizar la reciente detención en Estados Unidos de un grupo de diez agentes que vivían y trabajaban como ciudadanos normales en territorio estadounidense, pero cuya verdadera actividad era entregar a Rusia información política, militar, académica o de otro tipo. Lo curioso es que el FBI conocía desde hace mucho tiempo, en algunos casos de años, las actividades que allí realizaban estas personas y sabían perfectamente quiénes eran, pero sólo decidió detenerlas cuando las circunstancias así lo  requirieron...¿para preparar quizá el espectacular intercambio de espías de hoy?

La operación de hoy

La Casa Blanca deportó a diez agentes rusos momentos después que el Kremlin hiciera lo mismo con otros cuatro estadounidenses, en el mayor intercambio de espías desde los años finales de la Guerra Fría (en 1986 fue el último intercambio) que se realizó hoy en Viena. La operación se caracterizó por una gran sincronización que más bien pareció el rodaje de un film de espionaje que pura realidad.

Un avión oficial ruso Yakovlvev Yak-42 del Ministerio de Emergencias de Rusia, en el que viajaron los diez agentes secretos expulsados por la justicia de EE UU, despegó desde el aeropuerto de Viena rumbo a Moscú. Quince minutos más tarde lo hizo un avión de Estados Unidos, un Boeing 767-200, que había llegado momentos antes desde el aeropuerto neoyorquino de La Guardia. El destino era volver a Nueva York con cuatro espías a bordo que habían trabajado para EE UU en Rusia.

El canje se produjo en la pista del aeropuerto de Viena. Los dos aparatos fueron estacionados muy cerca uno de otro y dotados de elementos de protección para evitar que las cámaras de los reporteros gráficos pudieran registrar los rostros de los protagonistas de este singular intercambio.

Como buenos “socios”, porque a pesar de ser ambas grandes potencias tienen también la capacidad para poder entendrse a veces muy bien, la operación se llevó a cabo con todo el éxito esperado.

Durante años el FBI investigó a diez agentes detenidos hace un mes en Estados Unidos y deportados hoy. Todos trabajaban cumpliendo la misión de infiltrarse en los círculos políticos estadounidenses. Algunos de ellos estaban instalados desde hace tres décadas en Estados Unidos o sea que también habrían trabajado  para la desaparecida Unión Soviética. Ellos enviaban continuamente información “importante” o “interesante” para ser analizada en el principal país capitalista del mundo. Muchos operaban con nombres falsos como, por ejemplo, los esposos "Richard y Cynthia Murphy" en realidad son Vladimir y Lydia Guryev o "Michael Zottoli" y "Patricia Mills", detenidos en Virginia el 27 de junio, son rusos y sus verdaderos nombres son Mikhail Kutsik y Natalia Pereverzeva.

Mientras tanto, "Donald Howard Heathfield" y "Tracey Foley", que fueron detenidos en Massachusetts, donde “trabajaban” para Moscú en la misma Universidad de Harvard, resultaron ser los rusos Andrei Bezrukov y Elene Vavilova.

El “peruano” nacido en Uruguay Juan Lázaro", era en realidad Mikhail Anatonoljevich Vasenkov, un experimentado agente secreto nacido en Rusia.

Sólo tres agentes no tenían nombres encubiertos: la peruana Vicky Peláez, y los rusos Mikhail Semenko y Anna Chapman, la sensual pelirroja de 28 años que causó sensación en la prensa norteamericana.

Del lado ruso, el presidente Dmitri Medvedev indultó al espía de la CIA y experto nuclear Igor Sutyagin, a Alexander Zaporozhsky, a Guennadi Vasilenko y a Serguei Skripal.

¿Qué pasará con los hijos de los espías?

La corresponsal del diario Clarín de Buenos Aires Eugenia Perrella destacó hoy en un artículo el drama que están viviendo ocho hijos de este grupo de espías que quedaron en Estados Unidos mientras sus padres se vieron obligados a viajar a Moscú, enfrentando ahora un futuro angustiante. Son jóvenes, la mayoría menores de edad, que ni siquiera saben con certeza quiénes son y cuál es su verdadera identidad. Es que sus padres ocultaron sus nombres reales y durante años operaron encubiertos bajo “alias” y falsedades.

Todos tenían, por lo menos en apariencia, una vida normal. Pero la historia feliz tuvo un final abrupto cuando sus padres fueron detenidos y debieron separarse. Algunos casos inquietan más que otros: en especial los de corta edad. Los hijos del matrimonio compuesto por Michael Zottoli y Patricia Mills –cuyos verdaderos nombres son Mikhail Kutzik y Natalia Pereverzeva– son un bebé de un año y un niño de 3. De nacionalidad rusa, y no estadounidense y canadiense como querían hacer creer, la pareja habría solicitado que se inicien gestiones para trasladarlos con sus familiares a Rusia.

Son también pequeñas las hijas de los conocidos como Richard y Cynthia Murphy. Tienen 9 y 11 años y hasta el día de la detención de sus padres llevaban una vida tranquila en un barrio de las afueras de Nueva Jersey. Todos los acusados habían logrado insertarse en la sociedad estadounidense con naturalidad. Sus hijos desconocían la verdad, escribió Perrella.

Esta semana, Tim Foley, de 20, y su hermano Alex, de 16, se mostraron en una de las audiencias enfrentando a sus padres. El problema para Juan Lázaro hijo (17) es más complejo. Su padre del mismo nombre admitió su identidad falsa. Ayer al joven le dieron visa para salir del país, seguramente se irá a Perú de donde sí es su madre, finalizó la corresponsal argentina.

Antes de la expulsión se declararon culpables

Antes de abandonar Estados Unidos, los espías detenidos en el área de Nueva York y Nueva Jersey comparecieron ante la Corte Federal neoyorquina. Estaban Peláez y su esposo, cuya identidad se desconoce pero se hacía llamar Juan Lázaro, así como de los detenidos en Boston (Massachusetts) y Alexandria (Virginia).

Fue la primera y única vista que afrontaron todos juntos desde su detención y después que las autoridades de Estados Unidos explicaran que algunos de ellos vivían tranquilamente en este país utilizando falsas identidades y que habían recibido dinero del servicio de espionaje ruso a cambio de sus servicios. Cada uno de ellos se declaró culpable del delito de conspiración y operar como agente extranjero en Estados Unidos, mientras que ocho de ellos aceptaron su culpabilidad en el delito de blanqueo de capitales.

Mientras tanto se desconoce el paradero del  undécimo acusado de pertenecer a la red rusa de espionaje, Chris Metsos, de 54 años, que utilizaba un pasaporte canadiense.

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