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domingo, 25 de julio de 2010

El Presidente fue salomónico



Por Walter Krohne

Un dilema de grueso calibre, que tuvo un debate público intenso y variado durante cerca de un año, fue zanjado por el Presidente Sebastián Piñera en un discurso que duró sólo unos pocos minutos, pero con un fondo sólido, que le permitió tomar la decisión más acertada desde mi punto de vista.

Habrá indulto presidencial para presos ancianos, enfermos terminales u otras razones humanitarias, es decir se estudiará acuciosamente caso por caso. En esta lista, que se dará a conocer con mucha transparencia, no estarán aquellos condenados que cometieron delitos de lesa humanidad.

El Presidente puso fin así a una larga discusión en que se barajaron todas las aristas del indulto al entregarse análisis jurídicos, políticos, sociológicos, filosóficos y humanos, aunque en el fondo siempre fue un tema eminentemente político, especialmente en lo que concierne a los violadores de los derechos humanos.

La participación de las Iglesias es muy destacable por el enfoque que hicieron del problema, pero ciertamente es un tema que no le compete a estas instituciones, justamente por ser un asunto político. Hay que considerar sí, que es muy loable el esfuerzo realizado por las Iglesias, especialmente cuando manifiestan la preocupación por el hacinamiento en las cárceles y que, de acuerdo a lo que dijo Sebastián Piñera en su mensaje, una mejora de este aspecto estaba contemplado en los planes de su Gobierno.

Igualmente está proyectado un cambio en la vida y la forma en que se desenvuelven hoy los reclusos en los penales, muchas veces sin actividad definida y pensando únicamente en repetir lo que los llevó a la condena y al encierro, que es el delito organizado. Para ello los presos manejan toda una organización interna con vinculaciones externas y un sistema de comunicación que cuenta con la tecnología más sofisticada existente en la actualidad. Esto les permite seguir cometiendo delitos telefónicos desde los mismos penales.

El mensaje del presidente Piñera se puede dividir en tres partes:

La primera es la argumentación que entregó para tomar su decisión, como, por ejemplo, la aprobación de tres distintas leyes sobre indulto masivo en una sola década, que una vez aplicadas no significaron un mejoramiento ni para el sistema carcelario ni para la sociedad en general.

La segunda es la forma en que se dará el Indulto Bicentenario, para reos que estén viviendo en condiciones infrahumanas por edad o salud, como ya lo dijimos antes, decisión que no contemplaría a condenados por delitos de lesa humanidad.

El tercer punto es lo que señaló sobre el mejoramiento de las cárceles, de la vida de los reclusos al interior de ellas y del sistema carcelario en general.

Ciertamente en el sentido práctico, el mensaje marcó un antes y un después en la forma de como se deben hacer algunas cosas. “La comunidad twitera está conforme y contenta con la decisión presidencial”, se leyó en esta red social inmediatamente después de terminar el mensaje presidencial.

¿Qué significa esto? Muchas cosas. La satisfacción de una gran parte de la población chilena, porque la decisión presidencial fue, a mi parecer, salomónica y puede llevar al país otra vez en la dirección acertada hacia un nuevo intento de unidad o al menos no ahondar en la ya conocida división profunda.

La vía más correcta para zanjar este dilema era justamente resolver el problema sólo a los reos más débiles. Si hubiese apoyado el indulto a ex militares que cometieron delitos graves, más de medio Chile hubiese estado en contra del Presidente. Lo mismo hubiese ocurrido si se hubiese inclinado por una ley masiva, porque numerosos delincuentes que no se merecen salir en libertad antes de no cumplir la condena, lo podrían haber logrado.

Así lo vio también Krohne Archiv en “Puntos de Vista”, volviendo a ratificar que el país sigue dividido como antes, como siempre o como quedó después de la dictadura militar (1973-1990).

Esto es lo que hay que resolver ahora y la decisión del Presidente es un buen paso para ello.

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