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sábado, 5 de junio de 2010

DOBLE DEFINICIÓN ESTRATÉGICA DE LA DC



Por Carlos Huneeus
Director de CERC



Con nueve senadores, la DC tiene una cuota de poder suficiente para jugar un papel activo en la Concertación y en el Senado en su rol de oposición al gobierno de Piñera, y para ejercer un liderazgo de cara al país.

La negociación del proyecto de ley de financiamiento de la reconstrucción que se desarrolla en el Congreso ha recordado un hecho que el gobierno había soslayado: no tiene mayoría en el Poder Legislativo. El Ejecutivo tiene que negociar con la Concertación cada proyecto de ley, debiendo dejar de lado sus propuestas apoyadas en premisas ideológicas o políticas.

La oposición tiene plena legitimidad para exigir del gobierno cambiar aquellas partes de los proyectos de ley que considere adversas al interés ciudadano, según su particular visión de éste. El gobierno deberá hacer concesiones para lograr un consenso. Lo hicieron la UDI y RN durante 20 años, porque ninguno tuvo mayoría en ambas cámaras -excepto los dos primeros años de Michelle Bachelet-, que la Concertación perdió luego por las peleas en el PPD y la DC. No pueden esperar ahora, que están en el gobierno, que la actual oposición renuncie a los derechos que aquellos ejercieron.

El gobierno tiene que negociar, además, porque el Congreso hoy es más fuerte que en 1990, cuando se inició una disminución del poder presidencial. Lo sabe bien el Presidente Piñera, quien fue senador durante ocho años. Y esas negociaciones deben ser cuidadosas y respetuosas.

Cuando el Presidente Aylwin, a través del ministro Alejandro Foxley, negoció con RN la reforma tributaria para financiar su programa social, ningún colega de gabinete amenazó a la oposición RN/UDI con las penas del infierno si votaba en contra del proyecto del Ejecutivo, como lo ha hecho ahora la vocera, Ena von Baer, con un lamentable exabrupto. Tampoco un
ministro aludió a "negar la sal y el agua" si la oposición rechazaba el proyecto, como lo hizo el ministro Cristián Larroulet, usando palabras del secretario general del PS de 1965, que recuerdan un pasado que nadie valora.

Está bien que el gobierno quiera negociar con la DC: porque tiene la principal bancada en el Senado en virtud del sistema binominal, por la crisis en la izquierda y porque el candidato presidencial fue Eduardo Frei. Con nueve senadores, la DC tiene una cuota de poder suficiente para jugar un papel activo en la Concertación y en el Senado en su rol de oposición al gobierno de Piñera, y para ejercer un liderazgo de cara al país.

Ello supone definir su rol en la oposición y el perfil que debe tener el conglomerado. La Concertación es una alianza entre el centro y la izquierda, especialmente entre la DC y el PS. No favorece a la DC, ni a la Concertación, cuando ésta se define como un "bloque de centroizquierda", porque el electorado ve mayoritariamente a la DC en el centro: la sitúan en
el 5,5 (en la escala de izquierda a derecha de 1 a 10); el PPD es ubicado en el 4,3, el PS, 3,2 y el PC, en el 1,6. Por tanto, la definición de "centroizquierda" refleja el interés del PPD y no del PDC ni del PS.


Los chilenos, contrario a lo que se cree, tienen una orientación más de centroderecha que de centroizquierda. Para dejar de ser minoría, la Concertación debe recuperar el voto perdido a la derecha.

Sólo una Democracia Cristiana con voluntad de liderazgo nacional, en la Concertación y ante el gobierno, podrá recuperar el electorado que ha perdido hacia RN y la UDI en las elecciones parlamentarias y presidenciales desde 1997. Y debe enfatizarlo desde la posición en que la ven los ciudadanos y no como la quieren ver algunos de sus dirigentes. Esa definición debe apuntar a recuperar el electorado perdido. Si no lo busca, la Concertación puede aspirar cómodamente a seguir en la oposición.

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